Los manizaleños nos hemos sentido siempre orgullosos de la limpieza y, en general, del orden de nuestra ciudad, lo cual es expresión de una cultura ciudadana que nos distingue frente a otros centros urbanos. No obstante, también hemos observado que dichas manifestaciones se han ido desdibujando paulatinamente y hoy es común observar conductas en gran parte de los ciudadanos que no corresponden al deseo de una convivencia sana y productiva, que es en últimas el objetivo clave de cimentar bases de una cultura que se sustente en el respeto a los demás y en la autoestima.
El pasado miércoles, liderado por Estoy con Manizales, en Confa se desarrolló un conversatorio acerca de la cultura ciudadana, en el cual participaron numerosas personas de manera espontánea, mostrando su deseo de que esos logros que nos han caracterizado a los habitantes de esta ciudad no se pierdan, y que por el contrario surja de nuevo una energía que nos lleve a recuperar las costumbres que tuvimos y de las cuales nos sentíamos tan orgullosos, como la de no arrojar basuras a las calles y respetar las señales de tránsito.
Actualmente, de manera infortunada, se observan vías con montones de basuras dejadas allí irresponsablemente por alguien que no sacó los desperdicios de su casa en los horarios de recolección establecidos, o que le dio pereza llevarlos hasta los numerosos contenedores que están dispuestos en la ciudad para evitar que los desechos se queden en cualquier parte. También es común que no se les dé prioridad a los peatones en el paso de las cebras, que los vehículos se detengan en zonas no permitidas o que los motociclistas generen desorden y riesgos en sus desplazamientos.
El comportamiento de todos es un componente sustancial de una buena cultura ciudadana. Si se incentivan las acciones de beneficio general que nos hacen sentir contentos de nuestro entorno, que nos ayudan a tener una mejor convivencia y seguridad, así la ciudad siga creciendo se podrán mantener prácticas que conserven en Manizales esas características por las que siempre ha sido considerado un buen vividero. La atención a las normas como algo que contribuye al bienestar general es un asunto central que debe ser objeto de permanente reflexión, y ojalá de manera masiva.
La capital caldense ha sido, relativamente, una ciudad segura, lo cual juega a favor de las conductas que requiere una buena cultura ciudadana. Dicha calma es un paso favorable en la generación de confianza y solidaridad que respaldan el respeto que se necesita para construir una sociedad que sepa convivir sin agresiones, con mutua colaboración y con el ánimo de construir entornos de vida agradables. Brindar posibilidades para que en todos los sectores de la ciudad se cuente con condiciones mínimas para esta buena convivencia es fundamental si queremos que en el espacio público se pueda gozar de esta buena cultura.
Manizales, que hace parte del grupo de ciudades sostenibles de Colombia, tiene grandes retos desde el punto de vista ambiental (como la contaminación del aire, la protección de los recursos naturales y la reducción de los niveles de ruido) y de movilidad en los que la Administración Municipal puede incidir de manera directa. Ahora bien, la calidad de vida depende en gran medida de variables en las que pueden intervenir de manera directa las autoridades locales, pero es la ciudadanía desde el mismo entorno barrial, los parques y demás espacios de disfrute público, la que puede forjar los cimientos de esa buena cultura ciudadana que mejore la calidad de vida de todos.
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