años han pasado desde que un 20 de julio lo que podría llamarse la burguesía granadina dio el paso para buscar el autogobierno como nación, contra el imperialismo español. Empezó entonces un periodo interesante para las ideas en esta región del mundo, en donde pasaban cosas distintas todos los días, pero que tomaron el rumbo de la guerra para poder refrendar esa idea independentista. Pasaron nueve años y varios bandazos, además de los muertos y prisioneros, para poder concretar la anhelada República. Parte de esos primeros años fue llamada como la Patria Boba por la cantidad de errores cometidos ante el apetito de poder o la falta de objetivos claros sobre el país que se quería construir.
No ha faltado quién compare la etapa política que vive hoy Colombia con ese momento histórico que puede interpretarse de dos maneras. La primera, entender esa denominación despectiva para una época sin rumbo en la que realmente se cometieron torpezas que permitieron el intento de los chapetones de retomar el poder, con Pablo Morillo a la cabeza. La otra, que es más interesante, es la de que se trataba de una sociedad que buscaba construir un futuro a partir de diferentes ideas que recorrían el mundo y cada quién trataba de apropiarlas y exponerlas de la mejor manera. En esa ebullición que era Latinoamérica entonces, la Nueva Granada logró sacar la cabeza y construir una nación, que sigue siendo joven, cuando se compara con otras latitudes y, por tanto, un permanente lugar de conflicto, ese necesario para crear y crecer si es capaz de entender las diferencias.
Hoy, 20 de julio, ha sido la fecha escogida por las Farc para iniciar un nuevo cese el fuego, el cual se ha convertido en un periodo de prueba, como lo fueron hace dos siglos los primeros años posteriores al grito de independencia. Un ensayo para ver si dan resultado las decisiones que se toman. La diferencia en esta oportunidad es que ante el fracaso del anterior cese y por cuenta de la desconfianza ganada con el aumento de acciones contra la Fuerza Pública y la sociedad civil, cometidas por esta agrupación, esta etapa que comienza hoy será mirada con atención por los colombianos para ver si realmente las Farc están dispuestas a dar un paso hacia la verdadera construcción de paz o si apenas darán respiro a la soberbia demostrada desde que se inició este proceso hace casi tres años, la misma que se les vio durante el trienio que ocupó la zona de distensión del Caguán, hace tres lustros.
Periodo de prueba, porque el presidente, Juan Manuel Santos, ha dicho que dependiendo del cumplimiento de esta promesa, el Gobierno estará dispuesto a considerar el desescalonamiento del conflicto armado, el cual se haría de manera paulatina, según avancen o se extienda esta tregua, que él confía sea más larga de lo prevista, de un mes, según el anuncio del grupo guerrillero. También, porque los próximos cuatro meses son clave, luego del plazo puesto por el mandatario para revisar si se continúa con las conversaciones o no, de acuerdo con los nuevos avances que se logren y con la posibilidad inclusive de un cese bilateral si se dan las condiciones, cosa que será en todo caso un paso posterior y cuando haya voluntad de dejación de armas de las Farc. Hoy empieza a correr el reloj de nuevo, ojalá que sea un tiempo para que el país aproveche para pensarse sin conflicto armado y no para insistir en las armas, lo que se traduce en muertos, pero que no puede ser una paz bobalicona.
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