Fue el venezolano Andrés Bello un hombre de leyes. La influencia de su obra, la traducción y adaptación del Código Napoleónico sigue siendo inmensa. Ser un modelo en este campo, así como en la jurisprudencia y en la filología, es lo que hace que su nombre sea parte de la historia latinoamericana. El Ministerio de Educación en Colombia denominó con su nombre la distinción que les otorga a los estudiantes de undécimo de bachillerato que obtengan el mejor puntaje en las Pruebas Saber 11 en cada municipio.
Esa distinción en la Universidad de Caldas da un cupo en la carrera que quieran estos estudiantes, por encima de cualquiera otra condición. Eso hace que se trate de un premio muy apetecido. Y este fue el problema. Aún no se sabe quién ni dónde, aprovechó esta oportunidad para, so pretexto de un reconocimiento de este tipo, lograr que aun personas que no se lo merecían quedaran escogidas en carreras en las que en franca lid es muy difícil obtener un cupo. Para lograrlo acudieron a la falsedad y la mentira.
Las denuncias del equipo de Educación de LA PATRIA motivaron la toma de decisiones en la Universidad para verificar qué pasaba y en ese instante se escalaron los temas al más alto nivel y se pudieron ahora tomar acciones. ¿Por qué no hicieron esto antes si tenían información suficiente para sospechar de lo que pasaba? Aunque la legislación colombiana privilegia la buena fe como forma de relaciones entre los ciudadanos y de estos con el Estado, lo cierto es que la institución educativa debió confirmar lo que sucedía desde el momento en que tuvo las primeras sospechas.
La decisión de retirar a 27 supuestos ganadores de la Andrés Bello antes del tercer llamado de convocantes es una buena noticia para los estudiantes que lo merecen, pero ¿qué va a pasar con los que hicieron lo mismo antes? Ya dijo el Ministerio que en por lo menos tres años solo hay un estudiante regular en la Universidad de Caldas con un documento legítimo. Los demás son apócrifos. Ahora empezarán investigaciones y largos procesos, alegarán muchas cosas, pero un estudiante que llegó a ocupar un cupo quitándoselo a otro que lo merecía, será un profesional que dejará mucho qué desear y no es precisamente el ejemplo que debe cundir.
La investigación debe ser pronta y las acciones deben ser duras, porque la explosión de falsificaciones de esta documentación no es una coincidencia. Alguien estuvo falsificando documentos públicos, alguien estaba transando con ellos para que llegaran estudiantes a presentarlos de manera fraudulenta y a sabiendas. Hasta que se encuentre a ese alguien no podemos sentirnos tranquilos. Es un acto de corrupción suscitado por personas que aún no se saben si son parte de la Universidad, del Icfes o terceros, y esta duda se tiene que resolver.
Es la oportunidad para que el Ministerio mire si esta situación se presenta en otras partes, para que el Icfes corrija y atienda con mayor prontitud a las instituciones cuando lo requieren, para que se replanteen las formas en que se verifica la información en las universidades. Y para advertirles a estas entidades que todo esto se evitaría si hubiera una mayor transparencia en todo el proceso. Publicar el listado completo, visible, de los beneficiarios de la Andrés Bello, por ejemplo. Se publica, pero difícil de ver. Seguro si se hiciera más público esto se habría evitado.
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