La construcción del nuevo hospital de Marmato (Caldas) se ha convertido en un padecimiento sin fin, al que cada día le surge un nuevo problema. Parece un parto demasiado difícil y doloroso, que amenaza con quedarse solo en una buena iniciativa, incompleta. La obra es esperada con ansias desde el 2006, cuando el viejo centro hospitalario quedó a punto de derrumbarse debido a una avalancha que desestabilizó el terreno y que, como casi todo el pueblo, quedó en riesgo de deslizamiento.
La gerencia del actual Hospital San Antonio, que hoy funciona de manera muy precaria en varias casas del antiguo centro urbano, tenía previsto que este año el establecimiento pudiera entrar en funcionamiento, pero como están las cosas, todo se quedará en ilusión y tocará seguir esperando, a ver si en el 2016 se logra el objetivo. El hecho más reciente que se convirtió en obstáculo para la terminación de la edificación fue un error de procedimiento en el trámite de una licitación, lo que obliga a su repetición.
La realidad hoy es que los pacientes reciben atención muy primaria en las actuales instalaciones, y la mayor parte de los casos, incluso los partos y fracturas, por ejemplo, tienen que ser atendidos por hospitales vecinos como los de Riosucio y Supía, por ejemplo. Si los usuarios tienen hoy que padecer las dificultades para que las EPS de los regímenes contributivo y subsidiado reciban atención en el hospital, peor aún es cuando ni las urgencias o las citas de primer nivel encuentran la respuesta adecuada.
Lo peor es que está demostrado que un alto porcentaje de la población de Marmato es propensa a sufrir accidentes, debido a la actividad que ocupa a gran parte de las familias, como es la minería artesanal. La urgencia de que ese municipio tenga un hospital decente es manifiesta, no se trata de solo una ilusión, sino de un asunto de sobrevivencia. Esperamos que esta vez quede bien hecho el proceso licitatorio y que no se dilate más la apertura del centro asistencial.
Debemos recordar que distintas instancias oficiales y privadas, como la Alcaldía, la Gobernación y la empresa Medoro Resources (hoy Gran Colombia Gold, a través de regalías) han hecho esfuerzos para aportar los dineros que se requieren para levantar la planta física y entregar las dotaciones mínimas, pero una vez lista la edificación también será necesario seguir aportando recursos para equipos y para la contratación del personal adicional que requiera una atención digna.
La verdad es que con un buen hospital en el sector de El Llano será más fácil en el futuro hacer el traslado definitivo de toda la población, para que no se sigan exponiendo a los riesgos que genera el terreno, bajo el cual se ha desarrollado la labor minera por cerca de cinco siglos. De acuerdo con el proyecto, el hospital tendría al final siete bloques en 1.884 metros cuadrados de área, en donde funcionarían urgencias, hospitalización, partos, área administrativa, farmacia, odontología y rayos X. Ojalá que al menos encuentren una fórmula de irlo dando al servicio paulatinamente, para que se acabe pronto este padecimiento, y se abra paso un alumbramiento feliz.
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