Las sombras acerca de las razones de la actual coyuntura económica de Argentina y sus diversas interpretaciones tienen un reflejo claro en las posiciones antagónicas asumidas por periódicos norteamericanos como The New York Times y The Wall Street Journal. Mientras el primero afirma que hay una estrategia de persecución contra Argentina, el segundo asegura que el gobierno de ese país aprovecha la situación para recuperar el favor de su pueblo y llamarlo a la solidaridad frente a supuestos abusos del capital imperialista gringo.
El panorama no es fácil de entender para el ciudadano común, quien no sospecha las reales incidencias de una posible cesación de pagos o “default”, en el que habría caído ese país. Lo que algunos recuerdan es que una situación similar se vivió a partir del 23 de diciembre del 2001, cuando se dio el llamado corralito, lo que desencadenó toda clase de desajustes en la economía, que golpearon con violencia los bolsillos de los argentinos, muchos de los cuales se fueron al abismo de la pobreza. Esta sería la quinta vez que ese país entrara en una situación similar en su historia.
Lo que hoy ocurre es consecuencia de que hace 13 años, como hoy, Argentina no tuvo liquidez para pagar a sus acreedores externos las cuotas pactadas. Para salir de ese encierro, el gobierno de la época negoció una refinanciación a través de bonos estatales. En el 2005 y 2010 se hicieron nuevas operaciones de canje, con vigencias hasta el 2033 y 2038, acogidas por el 93% de los acreedores, quienes hasta el momento han recibido los pagos de intereses pactados. El 7% restante se mantuvo al margen y exige respetar las condiciones iniciales que para Argentina son inaceptables (el pago de 1.600 millones de dólares). Estos últimos son los llamados fondos buitres.
La presencia del juez norteamericano Thomas Griesa es considerada nefasta por el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, ya que si bien a la justicia de Estados Unidos le compete llevar el caso, debido a que los acuerdos del 2001 se hicieron en ese país, su posición de bloquear los pagos de intereses a la mayoría de los acreedores hasta que no se le cumpla al 7% que está en desacuerdo, pone al país suramericano en la sin salida.
Argentina piensa que si cede ante la minoría, la mayoría tendrá cómo reclamar lo mismo, acogiéndose a la llamada cláusula RUFO, lo que causaría una hecatombe en su economía. A su favor tiene que ya depositó el dinero de esos intereses en el Banco de Nueva York, 539 millones de dólares, por lo que no podría alegarse que no tiene voluntad de pago. Se ha configurado un “default” o cesación de pagos selectivo.
Hoy la deuda externa argentina es de 250 mil millones de dólares. Si se activara RUFO, Argentina se expondría a demandas hasta por 500 mil millones de dólares. La realidad hoy es que ese país está insolvente, y cualquier camino que tome será tortuoso. Además, el mundo entero desconfía del gobierno Kirchner, debido al manejo que le dio al caso Repsol, en la nacionalización de YPF.
Hay sobradas razones para preocuparse. Un cese de pagos comprobado haría que Argentina no pudiera colocar más sus bonos en el mercado internacional, y sin cómo financiar sus acreencias. No le quedaría más camino al gobierno de Fernández que devaluar su moneda o emitir billetes nuevos. El resultado sería un desborde inflacionario, un total colapso, al punto de que las repercusiones se asemejarían al corralito. La desesperación de los argentinos causaría revueltas y la profundización de la crisis.
Existe la opción de que Argentina gane tiempo hasta enero del 2015, cuando prescriba el derecho de los acreedores a la cláusula RUFO. Sin embargo, como están las cosas, eso no ocurrirá, y los días y semanas que se avecinan prometen ser oscuros para el país suramericano. Para algunos analistas la actual mandataria buscará concentrar el respaldo general de un país, a través de una ola patriótica que le permitiría ganar en las elecciones de diputados y evitar que en la próxima legislatura se le juzgue por delitos contra la patria, como lo anunciaron sus opositores. Para consuelo de los argentinos es España y no su país el que más se ha visto en situaciones de “default” en la historia, y otras naciones latinoamericanas lo superan en este vergonzoso récord.
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