El silencio de las armas del grupo guerrillero más antiguo de Latinoamérica, las Farc, significa mucho más que un conflicto menos para Colombia. Así lo ha entendido la comunidad internacional, que ha acompañado el Acuerdo para el fin del conflicto que firmó esa agrupación con el Gobierno Nacional. La presencia ayer en Cartagena de medio centenar de jefes de Estado y de Gobierno, de exmandatarios y de líderes de organizaciones multilaterales es prueba de la importancia que tiene esta noticia, que abre una nueva esperanza para alcanzar la paz definitiva en nuestro país.
En el mundo de hoy, el que tiene vasos comunicantes que impiden pensar en que se puede ser una isla, que se puede decidir sin generar consecuencias, se entiende que la paz con las Farc es una buena noticia para el planeta. El secretario de la ONU, Ban Ki-moon, se hizo presente no solo para dar un respaldo político, sino que se ha comprometido de lleno a ayudar en lo que el país le ha solicitado, sobre todo en el tema sensible de la verificación de la zonas de concentración y la entrega de armas, un papel fundamental, que permitirá que los acuerdos logrados escalen en la confianza necesaria para construir un mejor país entre todos.
Así mismo, decenas de gobernantes, no solo de los países garantes y amigos, sino muchos más se han sumado para colaborar en lo que se exija para hacer de esta firma una historia maravillosa de Colombia. Nuestra nación ha sido muchas veces motivo de titulares de los grandes medios del mundo por noticias negativas, pero hoy lo es por abrir una esperanza y demostrar que la mejor manera de llegar a consensos es a través del diálogo y de la capacidad de escuchar a los otros, por diferentes que sean sus opiniones. Ese es el mensaje que han entendido todos los países que han ofrecido su respaldo, tanto los que se hicieron presentes ayer en Cartagena, como los que no pudieron asistir.
Lo hemos dicho antes, será imposible lograr la paz con las Farc y cumplir con los acuerdos pactados, llenos de exigencias, sin el concurso de esa comunidad internacional, no solo en asistencia técnica y de validación o de apoyo en momentos de crisis, si los hubiere, sino en dinero contante y sonante. La paz se hace con plata, de eso no hay duda y será necesaria para ayudar a que los combatientes que decidieron jugársela por la civilidad encuentren opciones para sus vidas, que sean dignas, que reciban lo justo, la atención necesaria en sus necesidades para poderse incorporar sin mayores contratiempos.
Adicional a lo anterior se necesitará de mucho trabajo con las comunidades para desarrollar una cultura de la paz, en donde entendamos que la solución a los conflictos se debe dar a partir de la conversación con el otro, de comprender sus necesidades y sus malestares y no a golpes o a bala. Ese debe ser el mayor legado y para eso todo el apoyo que se reciba será insuficiente. Por eso es muy importante que la firma del acuerdo tenga ese respaldo de otros países, porque la paz de Colombia ayuda a bajar la tensión a otros conflictos y es ejemplo para otros en el mundo y en el propio país donde quedan por resolver aún conflictos nada menores.
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