El momento se veía venir. Tarde o temprano la nefasta y dolorosa coalición política que por tantos años manejó a su antojo, con más pena que gloria, los destinos administrativos de Caldas en general, y de muchos de sus municipios en particular, se iba a caer. Y nos tocó a nosotros vivir la metamorfosis degenerativa de esa macabra alianza de azules y rojos que siendo tan diferentes en cuanto a su concepción ideológica, perseguían el mismo fin cual era tomarse el poder, manejarlo a su antojo y sacar provecho personal y colectivo, sin importar los métodos y los alcances.
Pues bien, muerto Víctor Renán Barco (enero 19 de 2009) y expuesto el panorama parapolítico en el que se movía esa línea, que además se tomó gran parte del liberalismo sin reacción de nadie pues los dominaba el miedo, comenzaron las cosas a echar para atrás. El propio Barco, al que todos le prendían velas como si se tratara de un mesías, se enfermó gravemente y se complicó aún más una vez le notificaron la apertura de una investigación por sus nexos con el entonces jefe paramilitar alias Cuco Vanoy con quien negoció una inmensa finca ganadera sin saber que era delincuente. ¡Qué desinformación!
Ya estaban involucrados hasta los tuétanos y condenados casi todos los "promisorios" líderes barquistas en esa macabra alianza que se valía del poder que les daban las armas, la violencia y el narcotráfico, cuando se fue de este mundo "el senador estrella", aquel que renegaba del blancaje de Manizales y de las élites económicas y sociales de la capital caldense, mientras posaba de hombre modesto y sin sofisticaciones por el dinero, pero que amasaba una fortuna multimillonaria en propiedades, además de supuestas cuentas bancarias en bancos de otros países, todo ello fruto de su desinteresado trabajo de años por el país.
Y lo mató también, dicen, la situación de su siempre protegido Ferney Tapasco, a quien desde el mismo momento del asesinato de Orlando Sierra las autoridades señalaron como presunto autor intelectual del crimen, con base en unas pruebas que el paso de los años ha ido diluyendo y dejando sin valor, al punto que hoy al salir de la cárcel tras pagar condena por parapolítico, haber sido condenado por encubrir un asesinato y estar incurso en otras investigaciones penales, es un perseguido por los medios de comunicación que lo descalifican inmisericordemente y le ensucian su prontuario.
Todas estas confabulaciones, como las llaman algunos, contra el liberalismo barquista cuyas rasgadas banderas retomó Adriana Franco para tratar de sobrellevar un partido en decadencia y minado en sus bases, al que ni los mismos seguidores le creían, fue el que comenzó a perder fuerza, peso y representatividad en los escenarios políticos de Caldas por querer mantenerse, contra viento y marea, en una coalición con el desgastado conservatismo yepista que también debe muchas explicaciones por su participación directa e indirecta en sonados casos de corrupción, clientelismo, nepotismo, etc.
No hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista, dice el sabio adagio popular que en este caso aplica perfectamente para la llamada coalición A, pues se reventó el liberalismo barquista en las pasadas elecciones legislativas ya que no le alcanzó a la Representante a la Cámara Adriana Franco para llegar al Senado. Se apresuró demasiado cuando al frente tenía un partido fracturado, dividido, distante y con la mancha imborrable del barquismo, en el que además ella se hizo, de la mano de don Ferney, lo que en cualquier escenario político, tardeo o temprano, pasa cuenta de cobro, por más que luche y trabaje para sacarse ese estigma.
Si lo anterior no es así, basta mirar a tantos que se mantenían al lado del mal llamado senador estrella, y que hoy tras guardarse en el árbol que má$$$ sombra les dio, el del electo Representante a la Cámara Mario Castaño, ya andan pregonando que el liberalismo barquista no existe. Pues claro, si está enterrado y sin poder, mientras apareció otro, de billetera bien ancha, quien ya reclama el liderazgo y comienza a reunir a su alrededor dirigentes ganadores, pero también perdedores.
Así no lo reconozca, Adriana Franco se equivocó. Miró más allá de las posibilidades reales; se dejó llevar por las ganas y la ambición, no oxigenó su colectividad en estos años e hizo lo contrario que le marcó el astuto jugador del bando contrario, pero socio suyo de coalición, Arturo Yepes, quien no le apuntó al Senado pues sabía que se quemaba de nuevo, y entonces se lanzó a la Cámara. Él dice que no lo hizo pues hace cuatro años le robaron poco más de 20 mil votos. Qué pesar y qué descuido entonces el del menor de los Yepes, aunque vale destacar que esta vez no se dejó robar y pasó ajustado, pero sin preocupaciones.
Aunque falta entrar en detalles de lo que vivió y vive el conservatismo yepista que sacó una votación muy ajustada para elegir a Arturo Yepes, y quemó la nave que echó a navegar con la ingeniera Amparo Sánchez al Senado, es claro que la coalición A vive momentos difíciles por la ausencia de poder burocrático, por las alianzas que hacen y porque falta gente que transmita credibilidad y confianza. Ya miraremos lo que pasa en la coalición B la cual se enfrenta a serios desafíos y que realiza las mismas prácticas del agónico yepobarquismo o barcoyepismo, como mejor suene.
AL MARGEN
Capítulo aparte merece el senador Jorge Enrique Robledo quien con poco más de 190 mil votos es el primer elector del país y el salvador del Polo Democrático. Muchos lo presentan como gran futuro candidato para la Alcaldía de Bogotá y la Presidencia. Sin duda lo es. Lo que yo creo es que le va mejor en el Congreso y eso él lo sabe.
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