Sin lugar a dudas una de las obras civiles más importantes que se han hecho en Latinoamérica es la del canal de Panamá. Obra que fue construida a principios del siglo pasado. Para poder dimensionar su magnitud hay que remontarse a la época, cuando no se tenían ni los equipos ni los conocimientos de construcción que actualmente se tienen, además de las dificultades para la salud de las personas que presentaba una región de clima tropical con la presencia de enfermedades que prácticamente no tenían tratamiento.
Sin embargo, contra todas esas dificultades, los gringos lograron su construcción y administraron y operaron el canal hasta finales del siglo pasado. Vale la pena destacar que el diseño de la obra permitió que solo se requiriera de su ampliación prácticamente un siglo después de su puesta en servicio.
Una cosa es Panamá antes de que empezara a operar el manejo y funcionamiento del canal y otra muy distinta es la actual. La sola ciudad de Panamá, pasó de ser un municipio atrasado y olvidado a ser un emporio. Actualmente la ciudad tiene innumerables edificios inmensos, con diseños arquitectónicos sofisticados; con metro a punto de entrar en funcionamiento y una economía en ebullición y crecimiento.
En el mes de septiembre del año 2007 Panamá se embarcó en la ampliación del canal, que fue previamente aprobada por referéndum popular, para que por el pudieran pasar los denominados barcos post-panamá, obra que si bien no es tan monumental como la construcción inicial, no deja de ser muy importante. Lamentablemente las cosas no están saliendo como se tenían pensadas. Los trabajos iban por buen camino. Daba envidia ver como Panamá –que en una época fue un departamento de Colombia- era capaz de hacer una obra de semejante envergadura. Hoy en día los trabajos se encuentran semiparalizados y con un riesgo alto que la obra no se pueda continuar.
Lamentablemente el consorcio GUPC, liderado por una firma de ingeniería española –Sacyr -, que es el encargado de la ampliación, está poniendo en jaque al gobierno panameño. Para escoger la firma que se encargaría de la ampliación, los panameños hicieron la respectiva licitación y dentro del proceso salió elegido el consorcio de Sacyr. Hay que aclarar que Panamá consideraba que la obra valía $5.250 millones de dólares y la firma ganadora propuso un precio de $3.200 millones de dólares, quedando a $1.000 millones de dólares por debajo del proponente que le seguía. Hoy en día el grupo Sacyr está pidiendo unos reajustes que estima en $1.600 millones de dólares, el 50% del valor contratado.
Sacyr es una firma de no muy grata recordación en nuestro país porque a principios del 2000 se le adjudicó la construcción de la vía entre Tobía Grande y Puerto Salgar, obra fundamental para mejorar la conexión vial entre Bogotá y la Costa Atlántica, que finalmente terminó en un pelito jurídico por lo que la firma tuvo que pagar una indemnización al estado colombiano de $230 mil millones de pesos. Lo más delicado es que Sacyr actualmente se encuentra preseleccionada para la construcción de cinco tramos de la denominada autopistas de la prosperidad que se construirán en Antioquia.
El comportamiento de esta firma de ingeniería es el que ha tratado de imponerse en los últimos años en nuestro país. Algunas constructoras luchan porque les adjudiquen contratos a como dé lugar, con precios absurdos, para después por medio de discusiones jurídicas y técnicas mejorar las condiciones propuestas y obtener un precio más alto.
Con el ejemplo de la firma española Sacyr se dice que nosotros los colombianos solo somos unos malos aprendices de muchos de los malos comportamientos de los españoles. Práctica que, también dicen, viene desde Colón porque con él supuestamente viajaron toda clase de pillos y tramposos. No sé qué tan cierto será eso, porque al menos en lo que tiene que ver en infraestructura, España dispone de unas vías espectaculares y bien construidas. Más bien creo que lo que sí nos falta a nosotros, y en general a los latinoamericanos, es ser más previsivos y sobre todo planificar mejor las obras que se pretenden construir.
Somos muy dados a iniciar los trabajos de la noche a la mañana, lo que permite que firmas como Sacyr, se aprovechen de las improvisaciones y puedan hacer reclamos que por falta de claridad en los estudios y diseños se presenten reclamos que aumenten el costo de la obra, en algunos casos, hasta del 100% o se corra el riesgo que estas queden inconclusas.
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