En medio del ambiente electoral, recientemente tuve una discusión con un amigo sobre la importancia de votar por un candidato al Senado de la región. ¿Qué tal nos quedáramos sin senadores caldenses? ¿Quién intercedería por nosotros? Argumentaba él. Alguien podría sostener que para eso existen unos cupos en la Cámara de Representantes, pero sería necio desconocer la influencia que tienen los senadores en el desarrollo regional. Producto de esta discusión surgió la propuesta que aquí les planteo y que nunca antes he visto: Implementar una política agresiva que busque promover la participación electoral impulsada desde el sector público, privado, la academia, medios y, sobre todo, la sociedad civil. Ésta podría ser la política de bajo costo más efectiva que una región podría llevar a cabo. Fácilmente podría duplicar su poder y fortalecer la democracia, entre muchos otros beneficios.

Produce zozobra ver que en las últimas elecciones atípicas a la Gobernación la abstención estuvo por encima del 70%, sin embargo, en elecciones habituales el abstencionismo en Caldas ha estado ligeramente por debajo de la media nacional. En las últimas tres elecciones legislativas la abstención fue en promedio 50,7% en el departamento, una cifra preocupante, sin mencionar que alrededor del 15% de los votos fueron nulos o no marcados. Por esta última razón es también importante educar al votante, ya que se está desperdiciando un número considerable de votos. Siendo realistas sería utópico alcanzar una participación absoluta, en cambio, sí es factible llegar a niveles cercanos al 85%, como sucede en algunos países desarrollados donde el voto no es obligatorio. ¿Qué pasaría entonces?

Siguiendo los datos del censo electoral para estas elecciones y la abstención de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2010, pasaríamos de ser el treceavo departamento más importante al sexto, superados solo por Bogotá D.C., Antioquia, Valle, Cundinamarca y Santander. ¿A qué político no le llamaría la atención cerca de 650.000 votantes yendo a las urnas? La importancia de Caldas para el Gobierno Nacional y el Congreso escalaría sustancialmente, de suerte que su favorabilidad sería fundamental para sacar adelante los grandes proyectos que requiere la región. Las ventajas no terminan ahí.

Como añoraba mi amigo podríamos tener más senadores, pero así los caldenses no voten por sus coterráneos los beneficios siguen firmes. En el ámbito local se aumentaría la competencia política y se reduciría el clientelismo, pues al haber más votantes pesarían menos las maquinarias existentes. La clave del éxito radicaría en promover un voto informado para así incrementar la conciencia política de los ciudadanos y, por consiguiente, sus exigencias y veeduría. Los dividendos de esta política traspasarían las fronteras locales. Con el tiempo otras regiones se verían incentivadas a hacer lo mismo, de lo contrario estarían cediendo ventajas a quienes lo hagamos; en definitiva, al agregar, salimos ganando todos como país.

De esta manera invito a todas las instituciones, en especial a cada uno de los ciudadanos, a promover la participación. Este sería un caso particular en el que se alinean los incentivos regionales y nacionales. Adaptando la frase de Adam Smith, cada región persiguiendo su propio interés, promueve el del país de una manera efectiva. Así pues, ojalá no sea muy tarde para invitar a todos a ejercer un deber y un derecho que no fue fácil conseguir.

DESTACADO

Produce zozobra ver que en las últimas elecciones atípicas a la Gobernación la abstención estuvo por encima del 70%, sin embargo, en elecciones habituales el abstencionismo en Caldas ha estado ligeramente por debajo de la media nacional.