Harold Carrillo Sánchez se convirtió en el primer colombiano en ser repatriado a Colombia, luego de ser condenado a 19 años en una prisión china. Al vallecaucano lo pillaron traficando drogas en China, delito que allá se castiga hasta con pena de muerte, pero de esa se salvó.
Su regreso al país se debe a que esta mula del narcotráfico padece de cáncer y en la prisión de Dongguan, al parecer, no recibía el tratamiento adecuado. La Cancillería intercedió por él y su repatriación se da por “estrictas razones humanitarias”. Una vez en suelo colombiano, a Carrillo Sánchez lo recogió el Inpec y de una lo trasladó a la cárcel La Modelo de Bogotá.
Dadas las circunstancias uno no sabe si regresar fue la mejor decisión. Sí, acá le hablarán en español y su familia podrá visitarlo de vez en cuando, pero respecto a sus condiciones de salud y encarcelamiento...
De entrada llegó a un penal que, según un informe de la Universidad de la Sabana (http://bit.ly/1OuesZH), tiene un 200% de hacinamiento, así como bajas condiciones de salud. "En la cárcel La Modelo las celdas están adecuadas para cuatro personas, sin embargo en ellas habitan hasta ocho, así mismo la cárcel cuenta con dos médicos por pabellón los cuales deben hacerse responsables de hasta 150 personas".
A pesar de no ser un reo común, Harold no gozará de los beneficios que tienen algunos condenados "especiales", como los políticos, por ejemplo. El gobierno chino todavía tiene potestad sobre él y su castigo. Sus movimientos, traslados y chequeos médicos dependerán de más trámites que los de un interno común. ¿Se imagina lo que será llevarlo a un tratamiento oncológico? ¿A una quimioterapia? Y cuando lo lleven, ¿qué servicio de salud lo atenderá? ¿A qué EPS está afiliado? ¿Tendrán turno? ¿Para cuándo le darán la cita? ¿Deberá tramitar tutelas para que lo atiendan?
Pobre Harold. Puedo imaginarlo en la agonía de su enfermedad entrando esposado y escoltado por dos guardias del Inpec a un hospital de Bogotá, y rogando en la recepción para que lo atiendan. Allí se topará con un sistema de salud tan perverso y enrevesado como las letras de un calígrafo chino con Parkinson.
"Vea, es que vengo desde muy lejos por una quimioterapia. Señorita, me estoy muriendo". - "Lo sentimos, don Harold. Su EPS la liquidaron y el cambio suyo todavía no está registrado en el sistema". - "Pero señorita, es que llevo varios años encerrado en China y acabo de llegar. No sé de qué me habla. En La Modelo solo me dieron permiso de cuatro horas para venir a esta terapia". - "Señor, si quiere, llene estos papeles y regrese mañana, porque todos los turnos para hoy ya se asignaron. Le aconsejo madrugar mucho para quedar entre los 40 primeros de la cola". - "Señorita, vea que yo estoy encerrado en la cárcel, no puedo salir cuando quiera" - "Don Harold, si quiere que lo atiendan rápido, envíe una tutela. Eso sí, se demoran 20 días hábiles en responderle". - "¡Pero que lo mío es un cáncer!" - "¡Ah!, lo siento, aquí no prestamos ese servicio. A usted lo deben atender en otra clínica. Además, su EPS no cubre los medicamentos para esa enfermedad".
Esas son las "razones humanitarias" con las que Colombia acoge a Harold. Un sistema de salud que está más interesado en hacer plata que en atender los problemas de salud de los contribuyentes. Y cárceles con fama de ser "universidades del crimen", en vez de centros de rehabilitación o readaptación.
Bienvenido Harold. Disfruta del hacinamiento y el infierno de las cárceles colombianas. Más inseguras y peligrosas que cualquier antro de la peor ciudad del país. Tal vez añores cuando los guardas chinos te levantaban a gritos y te sentaban durante doce horas en una línea de producción donde se ensamblan audífonos para diferentes aerolíneas. Todos en silencio. No como la gritería que debe haber en tu patio. O tolerar las ínfulas de cantante de reguetón que tiene uno de tus compañeros de celda. Esa sí, toda una tortura china.
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