Ha sucedido mucho en los últimos 16 años. Las Torres Gemelas seguían en pie, por ejemplo. Y Colombia tuvo tres presidentes, dos de ellos reelectos después de que uno de ellos le rompió el espinazo a la Constitución. El paramilitarismo mutó y ahora se llama Bacrim. Todos tenemos cédulas, pases y pasaportes nuevos. Se murió Chespirito. Perdimos 531 kilómetros de mar territorial con Nicaragua. Ganamos una Copa América, no clasificamos a tres mundiales y en el más reciente hicimos historia. Lionel Messi era un enanito desconocido que pateaba balones en Rosario, y el único Ronaldo que había era el brasileño y jugaba en el Inter de Milan. Todavía no era un galáctico. Pensar en un presidente negro de origen musulmán para los Estados Unidos era ridículo. Osama Bin Laden estaba vivo pero todavía no se había dado a conocer. Juanes era cantante de Ekhymosis, Britney Spears alegaba que era virgen y nadie conocía a Kim Kardashian. Yugoslavia todavía era un país. Un tsunami acabó con playas paradisíacas en Asia y alteró el eje de la Tierra. No había teléfonos inteligentes, ni iPads, ni iPods, ni Wi-Fi, ni Apps, Tampoco pantallas LED y las mujeres se ponían siliconas sin pensar si eran PIP o no.
Manizales no tenía escaleras eléctricas, solo contaba con dos centros comerciales y en su momento, el director de la Aeronáutica Civil Fernando Sanclemente, dijo que en 2011 estaría construida la pista de 2.400 metros de longitud de Aerocafé.
A pesar de todo lo que ha sucedido, lo que parece no haber cambiado es mi historial en el registro de tránsito y transporte. O sí, cambió para desactualizarse, y devolverse a 1999.
Esta semana me llegó a mí -y a otras personas- un comunicado de emplazamiento previo por no declarar impuesto unificado de vehículos automotores (en otras palabras, que no he pagado impuestos) sobre un carro del que no soy propietario desde el 2000. A pesar de que he firmado los papeles de traspaso en tres oportunidades (y que probablemente están radicados en Bogotá), y a pesar de que tengo una declaración extraproceso del 2012 (No. 6526) registrada en la Notaría segunda de Manizales en la que juro que ese Renault 6 de placas HAG 033 ya no es mío, me volvió a llegar el dichoso papelito.
De manera insólita, vuelvo a aparecer como propietario de este vehículo desde que en todo el país se implementó el Registro Único Nacional de Tránsito (Runt). ¿Acaso esta red no sirve para que entre las ciudades se comuniquen e informen? ¿Cada cuánto se actualiza? ¿Si le hacen seguimiento a los vehículos? No creo. Así como siguen 'gemeliando' carros y hay taxis piratas, yo sigo siendo "propietario" de un carro que, creo, ya debería estar chatarrizado siendo modelo 77 y no estar en muy buen estado hace 15 años.
Del carro que conduzco ahora estoy al día. Incluso en diciembre me llegó una carta de felicitaciones por pago oportuno de impuesto. Por eso me sorprendió, y a otras personas a las que esta semana también les llegó la notificación, que de la Unidad de Rentas Departamentales reavivan fantasmas del pasado (como las dos veces que me quedé sin frenos en ese carro), porque al parecer el sistema está desactualizado.
Si las personas del Grupo de Fiscalización y Control de la Gobernación están pescando evasores, les digo que en este caso investiguen. Que inicien una búsqueda exhaustiva (a pesar de que este término en Colombia significa que la búsqueda no irá a ninguna parte) de este carro. Ya existe el Wi-fi, los iPads y los teléfonos inteligentes. Gracias a la guerra contra el terror, los países amigos de Estados Unidos nos hemos beneficiado de avances en bases de datos. Hoy existe la hiperconectividad. Hay cámaras para vigilar las ciudades, para hacer fotomultas, y los drones fueron los regalos más populares en la pasada Navidad.
Si ven el carro, que lo detengan. Que averigüen de quién es realmente. Y si les interesa, quédense con él. Si no, "haga caso omiso de éste", como registran al final del documento.
Ojalá lo hagan. Por que no me quiero imaginar en el año 2030 diciéndole a mi hija que de regalo de quince le tengo un carro modelo 77, del que todavía me siguen cobrando impuestos, pero del cual no sé su paradero desde que comenzó el siglo XXI.
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