Voy a seguir el ejemplo de empresarios como Jaime Pineda, dueño de Kenworth de la Montaña y mayor accionista del Once Caldas, que gracias a sus pataletas logró que el Concejo de Manizales lo exonerara del pago del impuesto de espectáculos públicos. O sea, gracias al Proyecto 108 aprobado el 29 de noviembre, se ahorrará unos 277 millones de pesos el próximo año por el uso del estadio Palogrande (un bien público).
Desde que asumió la responsabilidad del Once Caldas, Pineda se ha valido de de múltiples excusas para sacar la ponchera y el pañuelo para secarse las lágrimas. Que la empresa local no lo apoya, que el público es apático, que la prensa no lo respalda... Y hay quienes le creen. Como los del Concejo.
No sé cómo pueda contabilizarse eso, pero desde que Pineda compró al Once, veo la marca Kenworth en todo lado. En la prensa cada vez que juega el equipo o le hacen notas de los entrenamientos, y en la radio se la pasan haciendo mención a la marca en los programas deportivos locales. Y en el estadio algunos jugadores se mueven a la velocidad de un tractocamión subiendo por el alto de La Línea.
Pineda, entonces, no debería quejarse por publicidad, pues recordación de marca tiene, lo mismo que presencia en los medios. Todo eso tiene un valor agregado, un costo intangible que los dedicados a la publicidad del equipo deberían agradecer, pues les están haciendo el trabajo. La parte futbolística, sin embargo, es otra cosa.
Como modelo de negocio, este empresario debería plantearse si quiere un equipo competitivo que pelee títulos y vaya a torneos internacionales, o si quiere uno de media tabla o uno que se vaya al descenso. Para el primero tiene que invertir en jugadores y en calidad futbolística (espectáculo). Eso cuesta mucho y requiere de tiempo, pero lleva gente al estadio y detrás llegan los patrocinadores.
Las otras dos opciones alejan a los espectadores y a los patrocinadores, y toca sostener al equipo de las migajas que deje la Dimayor y los derechos de transmisión. Y de la venta de camiones.
Indigna entonces ver cómo algunos concejales, tal vez llevados por el fanatismo y amor que le tienen al Once Caldas, o comprados con abonos y cortesías, se tragan entero los cuentos de Pineda y la gente del Once Caldas. Se les olvida que le están haciendo un favor a una empresa privada que saca provecho de un bien público, y que dejará de pagar impuestos que son necesarios para el desarrollo de esta ciudad.
El concejal animalista John Hemayr Yepes Cardona fue el ponente de esta iniciativa, y dice que el dinero que se ahorrará el Once Caldas se invertirá en "diferentes programas" deportivos y culturales. ¿Cuáles? ¿Los programas "sociales" de la barra Holocausto Norte? ¿Una barra que ahuyenta a los aficionados que van al estadios con sus peleas, disturbios e intimidación a las afueras del estadio? ¿Cuyos líderes son mal ejemplo para la comunidad? ¿Cuyos cánticos son degradantes y promueven la violencia entre barras y regiones?
Por su parte, el concejal Víctor Hugo Cortés Carrillo habla de que esos recursos los destinaría la Fundación Once Caldas (maroma legal que usa Once Caldas S.A. para sacar beneficio en algunos contratos, como la exoneración de impuestos) a permitir que "20 mil niños que hacen parte de unas escuelas de formación en la comuna Bosques del Norte, tengan en esta actividad deportiva (el fútbol) una alternativa para no tomar el camino de las drogas u otro tipo de posiciones delictivas". Señor concejal, ¡ni el Real Madrid ni el Barcelona tienen escuelas de formación con semejante cantidad de niños! Le están metiendo los dedos en la boca y ojalá visite esa comuna para ver dónde podrían prepararse esos menores deportistas. O si lo hacen en otras partes de la ciudad, ¿cómo los movilizan? Es más, el Once Caldas no ha llevado en esta temporada esa cifra de espectadores al Palogrande.
Pero, Jaime Pineda se salió con la suya.
No tengo una empresa de tractomulas. Tampoco un equipo de fútbol. Mucho menos un barra brava metido en el Concejo abogando por mis intereses. Pero creo que si lloro y pataleo, podría lograr que la Secretaría de Hacienda, por ejemplo, me exima del impuesto predial. Como Pineda, voy a alegar que las empresas de la ciudad no me apoyan. Celema no me regala la leche, la Licorera no me manda impulsadoras a las fiestas, la Central de Sacrificio no me da carne, Los Robles no me patrocina una camioneta, Súper de Alimentos no me dota de gomitas ácidas y las únicas que me daban una ñapa cuando les compraba eran las señoras de los salpicones del Bosque Popular y hace unos meses las desalojaron. Como dice el presidente del Once Caldas: "¡Así es muy berraco!".
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Hace mal el concejal Yepes Cardona al pedirle a la Kenworth que no patrocine las corridas de toros durante las Ferias, cuyos ingresos van al Hospital Infantil. Ese es el problema de los animalistas: se dejan llevar de sus pasiones y trastocan valores. El que no le gusten las corridas no significa que ponga en juego algunos ingresos necesarios para la atención médica de los niños de la región.
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