A pesar de que las aguas terminaron muy revueltas después del terrible certamen electoral que acaba de pasar y cuyas consecuencias solo las podrá definir la historia, creo que todo el mundo terminó saturado de política, un poco de ella constructiva y patriótica, y otra rodeada de lodo maloliente por todos los lados.
Espero que el año que tendremos por delante antes de volver a enfrentarnos por gobernaciones y alcaldías, los dedique el jefe de gobierno a cumplir con las promesas de campaña y regresemos a vivir con cierta calma, dejando de lado los insultos que ambos bandos se hicieron con tanta sevicia, recordando el pasado, cuando la violencia política llenó de sangre el territorio nacional durante largas y tenebrosas épocas.
Los colombianos queremos con toda la fuerza de nuestro ser que se haga la paz en esta patria azotada por una insana guerra, sobre la cual nadie da una explicación clara del porqué de su sangrienta existencia; de eso pueden estar seguros los "amigos de la paz". El solo hecho, tantas veces pregonado, de que la mitad del país no haya estado de acuerdo con la forma propuesta por el gobierno para alcanzarla, no implica que seamos enemigos de ella.
Dejemos de lado, -y esto va para los dos bandos en disputa-, este grave enfrentamiento lleno de insultos, sin que no se nos olvide que la diferencia de votos, a pesar que los "demócratas" no lo piensen así, solo indica que tienen que haber acuerdos que permitan que quienes no estamos metidos en la sucia política, podamos vivir sin la amenaza de la muerte diaria ocasionada por las bandas de facinerosos, mal llamados guerrilleros.
Antes de seguir hablando de paz, con o sin justicia, o de paz con perdón o con politiquería dentro de un ambiente todavía caldeado, debemos, entre los que no hemos conocido lo que significa vivir con tranquilidad, hacer esa paz y dejar de lado las luchas internas que tanto repudiamos.
Ya vemos, con desagrado, cómo han comenzado a darse palo entre los mismos partidos políticos que hasta hace muy poco estaban en las plazas públicas en lo que parecía una unión de ideas para lograr un futuro promisorio para nuestros hijos. Sin embargo, se queda uno aterrado de ver cómo sin terminar los "cariñosos" abrazos, las desmedidas ansias de poder y mermelada comenzaron a hacer de las suyas, aflorando las diferencias que tuvieron escondidas, para volver a agarrarse de las mechas por unos cuantos puestos, que en vez de ser utilizados para servir al país, solo se usan para pagar favores y recibir prebendas.
No quiero caer en la tentación de condenar o justificar nuestro sistema político, pero cualquier persona con dos dedos de frente tiene que pensar que nuestros casi extinguidos partidos tradicionales y los muchos tentáculos que los tienen rodeados, convirtiéndolos en un ovillo sin pies ni cabeza, andan rodando sin definición, como volador sin palo, haciendo que lo que debería ser una ideología y una meta provechosa para todos, se hayan convertido en una olla podrida, que ha servido para alcanzar unos límites de corrupción que nos tienen entre los peores países del mundo.
Ojalá que esto cambie por el bien de todos, aunque tengamos que tragar sapos enteros, si esto nos proporciona un poco de paz y mucho de honestidad.
P.D.: Lo importante no es ganar. Lo que importa es competir, sin perder ni empatar.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015