Jaime Alzate Palacios
Ya llevamos más de una semana desde cuando el gordo Maduro, en uno de esos estúpidos arrebatos de dictador barato, esta vez le dio por volver a armarnos otro problema parecido a los que con frecuencia nos hacía el sátrapa de Chávez, que afortunadamente reencarnó en pajarito y que ya, desde el otro lado, debe estar dando cuartelazos en el infierno, donde está como en su casa.
Voy a comenzar mi diatriba por algo que me ha puesto la temperatura a niveles de infarto, y que solo lograré aplacar cuando el Sr Santos deje el miedo que le tiene a todo lo que le huela al gordo maluco. Esperamos a la mayor brevedad tome la decisión de descabezar a Samper de la secretaría del circo montado por Chávez llamado Unasur o, si no es capaz, cancelar la presencia de Colombia en ese esperpento que solo ha servido para darle rienda suelta a la maloliente burocracia internacional, que como sanguijuelas acaban con las platas de los impuestos quitándoles la comida, la salud y la educación a nuestros pobres pueblos que tantos trabajos están pasando.
Santos, en connivencia con los venezolanos, nombró en Unasur a su compinche Samper, un individuo acusado de tener estrechos vínculos con el narcotráfico, cuyo sucio dinero se usó para ponerlo en la Presidencia de Colombia.
Pues bien, no había acabado de firmar el gordo maluco la orden de cerrar las fronteras, cuando ya el bojote estaba acusando a sus mismos compatriotas de ser los responsables hasta de la hambruna que están sufriendo los venecos por la desastrosa administración de una manada de inútiles.
Hombre, Sr Santos, antes de que siga metiendo la pata, y nos sigan montando pierna los dictadorzuelos vecinos, por favor dé una muestra de arrepentimiento y descabece a ese individuo que es una deshonra para los colombianos a quienes nos da vergüenza tener personas de esa calaña como diplomáticos.
La situación está más grave de lo que pensamos los que vivimos en el interior, porque el fastidio que nos tiene una buena cantidad de venezolanos no se podrá borrar ni con otra guerra de independencia, y hay una inmensa cantidad de compatriotas trabajando honradamente en esa nación, pero las actitudes de respeto existían inclusive durante la era Chávez han pasado a manos de bellacos, que cometieron las cobardes fechorías de estos días contra gente trabajadora y honrada, que mucho ayudó al progreso de un país que ahora no tiene ni siquiera para comer.
No olvidemos que el verdadero y más peligroso tirano que tienen allá es el inefable Diosdado Cabello, a quien hay que temer más que a nadie, porque su poder dentro del ejército y su mando sobre las cuadrillas de narcotraficantes, obligan a Maduro a inclinarle la cabeza y cumplir ciegamente sus órdenes. Como jefe dictatorial del cuerpo legislativo de Venezuela, su poder es omnímodo, así que es a este bandido a quien hay que tener el mayor respeto por el peligro que representa.
Es de anotar que la canciller venezolana tampoco es dulce para comer, y no es María Ángela Holguín la indicada para enfrentársele. Es hora de buscar alguien que no se deje zarandear y sea capaz de mandar al carajo a toda esa pandilla de groseros.
Muy buena y patriótica la intervención del expresidente Gaviria, y tanto sus ataques contra Maduro, como las verdades sobre el bojote mafioso y la defensa valerosa del Dr Uribe, cosa que por falta de cojones no hizo Santos, sirvió para despertar a un gobierno que no se había dado cuenta de lo que se le venía pierna arriba.
Una cosa es la diplomacia y otra la pendejada. Ante la inutilidad del gobierno, el mismo expresidente Pastrana, otro valiente que ha dado la cara a esta tragedia, ha pedido sacar de inmediato del proceso de paz, o lo que queda de él, a un gobierno enemigo y podrido, capaz de cometer los peores actos nazis desde la segunda guerra mundial. Sr Santos: Deje de dárselas de ganador del premio Nobel de Paz, o vaya a buscarlo a Oslo, donde se lo tienen listo para quitarle tantas ganas.
Y a todas estas, ¿dónde diablos están metidos los políticos salvadores de la Patria?
P.D.: El perro tiene más amigos que el hombre, porque mueve más la cola que la lengua.
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