Es triste admitirlo, pero nuestro departamento se nos está muriendo poco a poco y los caldenses, viéndolo cómo agoniza y en lugar de procurarle algún alivio, parecemos resignados a su deceso.
Hace algunos meses mirábamos con optimismo cómo se nos habían alineado los astros por las coincidencias políticas que se presentaban. Nos atrevimos a hacernos ilusiones al tener un caldense en la presidencia del Congreso; un ministro de Transporte con la totalidad de su equipo oriundo de Manizales; importantes actores legislativos, como Hernán Penagos y Mario Castaño, muy cercanos al Gobierno Nacional; el presidente de Findeter, con su mano tendida para Caldas; y una fuerza parlamentaria en su gran mayoría afecta a los intereses de Santos, por lo que esperábamos resultados de sus gestiones.
Mas, ¡oh decepción! Nada de esto parece funcionar para Caldas. Por el contrario, cada día es más evidente el abandono y desprecio con los que nos miran en las altas esferas. Caldas parece un departamento fantasma con el que cuentan solo cuando se trata de arrebatarnos las riquezas y de acabar con las fortalezas.
Pero esto no solo obedece a la falta de voluntad del Gobierno Nacional. Obedece, y en gran medida, a la desidia de los caldenses; a la falta de liderazgo; al desaparecimiento de la fuerza humana emprendedora y pujante; a la castración a la que nos vimos sometidos por una clase dirigente gremial corrupta, egoísta, cerrada y perversa que durante años solo se lucró de nuestros grandes proyectos para, al final, entregarlos truncados, empobrecidos, saqueados y ya inviables. A la falta de visión y a la fuga de cerebros que se vieron forzados a abandonar su terruño por la falta de oportunidades y a que esos seudolíderes dueños de todo, los ahuyentaron porque representaban un peligro para su estabilidad personal. Y, lógicamente, al silencio cómplice de toda la sociedad que nunca se atrevió a protestar ni a elevar sus voces de inconformidad.
Y si a esto le sumamos la situación del gobierno departamental, no nos queda sino llanto y tristeza. La interinidad sucesiva en la gobernación ha sido catastrófica; y el último encargo, el de Ricardo Gómez Giraldo, fue asumido con el mayor grado de irresponsabilidad en momentos tan delicados para el Departamento. Caldas necesitaba de un mandatario que pusiera orden en la casa y afrontara los grandes proyectos con vehemencia, solvencia y entusiasmo. Pero, una vez posesionado, el departamento de Caldas pasó a un quinto plano para el nuevo gobernador. Lo primero fue congraciarse con el presidente y dedicar la totalidad de su tiempo a hacerle campaña al plebiscito, aún contrariando sus objeciones que, hasta pocos días antes de posesionado, le hacía a los acuerdos de La Habana. Había que atender la aplanadora presidencial y su mermelada, por encima de los intereses caldenses.
¿Qué tenemos entonces? ¡Nada! Ver que los grandes proyectos con los que nos ilusionan repetidamente en épocas electorales, (Aerocafé, Ferrocarril Cafetero, etc.) quedan relegados en el presupuesto nacional a la categoría de “proyectos visionarios” (que, en pocas palabras, y con ponente caldense, significan que son proyectos que dormirán el sueño de los justos en los escritorios oficiales), terminan produciendo rabia y dolor, y una gran decepción. Y ver que los otros proyectos como la Zona Franca, PCH de Oriente, Miel II, etc., cada día sufren más tropiezos y parecen más enredados, genera gran impotencia y desconsuelo por lo que significa para las actuales generaciones y por la desgracia de las que vienen.
Caldas necesita líderes de verdad. Caldas requiere de un remezón de la clase privada honesta para que despierte y asuma las riendas del departamento, ya que a la clase política actual, aún con todos los poderes, parece que le quedó grande su responsabilidad. Ya veremos a estos mismos políticos que no tienen nada para mostrarle a Caldas -aparte de sus ostentaciones personales- proponiendo nombres dentro de su seno para la gobernación de Caldas en las próximas elecciones atípicas. ¿Tendrán autoridad moral, cuando han sido tan inferiores a sus compromisos, funciones y responsabilidades? ¿Será tan estúpido el pueblo que se deja engañar otra vez de los mismos? Y falta analizar lo que pasa en Manizales…
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