Cuando se empiezan a barajar nombres para las próximas elecciones, podemos comprobar lo que tantas veces hemos tratado en este espacio: nuestra carencia de líderes y el nulo relevo generacional.
Salvo algunas excepciones, los nombres que surgen son el sistemático reencauche de personajes que se creen imprescindibles y que sienten que solo ellos pueden gobernar, teniendo detrás a los sempiternos dirigentes gremiales que se niegan a abrir espacios para no perder su poder.
Por eso me quiero referir a dos nombres que suenan entre bambalinas para la alcaldía de Manizales y la Gobernación de Caldas: Germán Cardona y Guido Echeverri.
Al primero lo han endiosado desmedidamente los enquistados directivos gremiales, a sabiendas de que en él encontrarán un socio con quien cogobernar, volviendo a direccionar y concentrar contratos en un círculo absolutamente cerrado. Se deben estar preparando para impartir las bendiciones y absoluciones que utilizan como límpido social, y que infortunadamente trascienden a la impunidad de la justicia. Porque todo lo que ellos hacen, así sea lo más aberrante, corrupto o perverso recibe loas, aplausos y adulaciones y pasa como lícito, exaltable y digno de admirar.
Además: ¿ya se nos olvidó lo que no hizo por la región Germán Cardona como Ministro de Transporte? ¿Acaso la agonía de Aerocafé no es producto de la indiferencia de su "reinado" en el Ministerio, y de su incredulidad manifiesta en un proyecto que él se ufanó de promover y del cual participó activamente en sus primeros años? ¿Por qué el proyecto fue bueno mientras él y sus aliados tenían el manejo, pero malo repudiable e inviable cuando se lo arrebataron de sus manos? ¿Cuál fue el servicio para Caldas y Manizales cuando venía, en medio de su infinita vanidad, a levitar a estas humildes tierras haciendo alarde de su aparatoso poder? Pero, como supuestamente no hay quién más, entonces tenemos que recurrir a lo trillado para mantener el statu quo de una clase cada vez más perversa, egoísta y maquiavélica.
Y a Guido Echeverri lo quiere promover otra vez una clase política que se supo surtir de su despilfarro, y que llenó sus bolsillos en medio de una feria de contratos absurdos. Y lo promueven, aún sabiendo que tiene el impedimento legal basado en la imposibilidad de la reelección inmediata. Pero eso no importa; aquí lo verdaderamente importante es aprovechar otra vez uno o dos años de gobierno para enriquecerse más, así el Departamento tenga que sufrir otro desgaste electoral cuando lo destituyan.
Aunque, viéndolo bien, sería muy interesante tener a esos dos hombres nuevamente en la arena política, para renovar la vigencia del llamado a un juicio que la sociedad está en mora de hacerles y que, por pusilanimidad, indolencia y resignación, lo ha dilatado en el tiempo.
Pero volviendo a lo que empezamos: esta carencia de líderes obedece solo a la castración de oportunidades a nuestra gente buena, que tiene que salir huyendo de estas víboras políticas y sociales expertas en destruir a quien ven con posibilidades de ocupar sus lugares. Obedece al aparato montado para unos pocos y al silencio de la mayoría que prefiere convivir con la podredumbre antes que protestar y enfrentarse a poderes que cada vez están más corrompidos. O si no, ¿qué pasó con las nuevas directivas de la Cámara de Comercio de Manizales? ¿No fue otro zarpazo propiciado por los seudo líderes gremiales, para mantenerse como mayoría en una entidad que cada vez gana más animadversión por su inutilidad, parcialidad y sesgo? ¡Pobre mi tierra!
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