Lumièradas

John.giraldo.herrera@gmail.com

Quizás sea por lo fatídica, o porque el sentimiento que más refleja o el mejor construido, sea el de la melancolía, es que La la land termine siendo querida por el público, como también otros la puedan repudiar por esa misma razón. Los musicales suelen ser pegajosos, y su puesta en escena muy llamativa, por los colores, la danza del cuerpo, la coreografía, el envolvente de la banda sonora, en fin. El hecho es que la película más nominada en la 47.ª versión de los Óscar, en 14 categorías, hace que los espectadores vivan un carrusel de emociones al verla. También obtuvo 6 premios Globo de Oro y se ha puesto en el ojo y los sentimientos de millares en el mundo.

En apariencia es una trama sencilla, sin mayores elementos narrativos complejos, salvo por uno que otro sobresalto y desde luego una culminación inesperada. Luego, lo demás, es una historia sin nada de asidero a situaciones políticas, o que sirva como trampolín para poner una realidad en evidencia. El jazz juega un papel importante y es como el exclusivo polo a tierra, lo otro son: ensoñaciones, fábulas, el panorama de un derruido pero anhelado Hollywood, donde ingresar es tan complejo como las trampas que ofrece. Dos seres se encuentran, el uno al otro se apoyan y sufren ciertos desvaríos, son anodinos, sueñan, son tontos en eso (he ahí algo que nos engancha), lo intentan, fracasan, es posible que sigan. El ambiente no es propicio para sobresalir. Luego uno de los dos consigue algo para el estar.

Allí aparece otra figura importante: ¿el consuelo? No es fácil reconocerlo, aunque pudiera ser, por dejar un hecho por otro. La trama nos suspende en delirios. Renunciamos a vivir conformes y queremos volar, tan alto como se pueda. Y es allí donde el director, nos extasía. Tal vez como nos incomodó en la muy consecuente película sobre un músico que debe dar todo de sí: Whiplash (2013, ganadora de tres Óscar); en esta nos da un banquete de complacencias, que luego nos las pasará al lado de la melancolía. Es como si fuera una felicidad a cuenta a gotas, o luego de conseguida o por lo menos perseguida, se ponga en entredicha. Pablo Neruda refería algo así: "Mariposa de ensueño, te pareces a mi alma y te pareces a la palabra melancolía”.

Entonces, uno sube en sensaciones: de amor, de placer, de superación y en cierto grado de persistencia. Luego lo abraza un aire nostálgico, que va derivando en melancolía. Los sueños son para los tontos, esa frase nos replica en la mente: "Para todos los soñadores, tontos sin remedio, por los corazones que sufren, por el caos que provocamos". Y el que nos hace sugerir la película, es un viaje de lujo, intenso, algo prolongado, de múltiples motivaciones. Nada que hacer con su capacidad de comunicarnos, de ponernos en el ámbito de la emoción. De pronto, uno suspira y se queda en un: se puede, y hasta ahí, aunque una frase nos levanta: "Que vengan los rebeldes, las olas hechas por piedras. Los pintores, los poetas y las obras de teatro". Posterior es un devenir corto, de fulminación. No nos da tiempo para reaccionar. Aprendemos que así es la vida, melancólica.

Es posible que no gane tantas estatuillas, a lo mejor pase lo mismo que con el desenlace de la trama: no es lo que creíamos. Pero luego nos sostenemos bien y nos defendemos con esta frase: "Tal vez deberíamos dejar los sueños y madurar".

Ficha técnica

Año: 2016

País: Estados Unidos

Duración: 127 minutos

Guion y dirección: Damien Chazelle

Música: Justin Hurwitz

Fotografía: Linus Sandgren

Actores: Emma Stone, Ryan Gosling, John Legend, Rosemarie DeWitt, J.K. Simmons, Finn Wittrock, Sonoya Mizuno, Jessica Rothe, Jason Fuchs, Callie Hernandez, Trevor Lissauer, Phillip E. Walker, Hemky Madera, Kaye L. Morris

Productora: Summit Entertainment / Gilbert Films / Impostor Pictures / Marc Platt Productions

Género: Musical. Romance. Drama. Comedia | Drama romántico. Música. Jazz. Cine dentro del cine