Sin conocer el resultado ante Alianza Petrolera intento ver algo nuevo, positivo, tras el sinsabor que produjo el armado del equipo y el discreto estreno frente al Pasto, pero es difícil no caer en ese lugar común del mediocre esfuerzo que se hizo por mejorar.
Me pregunto si realmente los refuerzos fueron los solicitados por el técnico, y como oficialmente solo habla en ruedas de prensa y nunca le he escuchado un reclamo en tal sentido, pues ni modo, y asumo que estuvo de acuerdo con esas alternativas.
A Torrente no se le nota preocupado porque una buena campaña, que ya la logró en el pasado con un plantel limitado, lo encumbrará por su capacidad y manejo, mientras que un revés recaerá con fuerza en los directivos como responsables de las contrataciones.
Pero llama la atención que conociendo el medio, los rivales, la competencia, a los jugadores de acá, no haya exigido por lo menos dos unidades que le cubrieran las necesidades básicas en ataque, a instancias de que el gol era elemento ausente por carencia de definidores.
Sobretodo consciente de que Johan Arango, 7 goles de los 27 que marcó el Once Caldas, había sido transferido al Medellín, situación agravada con el posterior traslado de Marlon Piedrahita, el segundo anotador del semestre con 4 conquistas.
Ojala tanta resignación se traduzca en una cosecha que desdiga las críticas, desatore el momento, y ofrezca opciones ante esa realidad inocultable vestida en el miedo a la inversión, y en el mínimo atrevimiento para lograr una propuesta cautivadora y competente.
Porque no hubo gestión para procurar refuerzos de peso, ni trabajo alguno, y el silencio imperó sobre los misteriosos nombres que se anunciaron, abriendo un compás de espera que se cierra lentamente porque la muestra inicial no satisfizo.
Bastante complejo entonces poner al Once Caldas en plan de protagonista, pues sus mismas ejecutorias lo ubican lejos de las preferencias, luego de constatar que los de la élite, Nacional, Medellín, Junior, Santa fe o Millonarios montaron con brío sus plantillas.
Será una temporada brava por las diferencias abismales, con clubes superiores que abren la brecha porque entendieron el compromiso y se armaron convenientemente, lote en el que no cabe este Once Caldas por la falta de audacia y conformismo de sus promotores.
Esa nómina llena de vacíos, en lo que debió ser el proyecto de consolidación en el tercer año de Kenworth de la Montaña controlando el Club, significa un paso atrás que vislumbra otro campeonato de alegrías parciales y efímeras, sin la majestad que debe inspirar una empresa de tamañas proporciones.
Porque solo miran el bolsillo, no la gloria deportiva, y son incapaces de estructurar un proyecto visible y realizable frente al dueño de la compañía, optando por la tacañería con tal de mostrar números favorables, que se aplauden, sin mirar las consecuencias.
A estas alturas todavía sondeo como hicieron para traer futbolistas de afuera, sin trascendencia, cuando en el mercado local se podía expurgar, optimizando inclusive las negociaciones a través de activos representados en jugadores propiedad de la institución.
No entiendo, o quizá sí, y es que las manifestaciones de quienes posan como conocedores de fútbol en la interna del club, con antecedentes en Envigado, son de esa mentalidad, y tienen convencido a Pineda de que lo importante es un semillero para poder vender.
Que equivocados están, y lamentable posición sabiendo del interés, la hinchada y lo que significa el Once Caldas en la historia del fútbol colombiano. O mejor, que hartera el equipo con personajes sin arraigo por la ciudad, y que creen que aquí todos somos giles.
Hasta la próxima…
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