Mario César Otálvaro
LA PATRIA | Bogotá
Preocupa la actitud de los hinchas y de un sector del periodismo que no han sabido entender las limitaciones, sobre todo en definición que tiene el Once Caldas, y pretenden generalizar hablando de falta de fútbol, cuando en la realidad el defecto es la ausencia de gol.
Culpan al técnico Torres del bajonazo, obviando de cierto modo las opciones fallidas de los atacantes, quienes estuvieron siete veces al frente del arquero rival sin finalizar, lo que no es noticia nueva por estos lados, y que por supuesto no advierte una mala actuación.
Fue lo que sucedió en la reciente derrota frente al Junior en Barranquilla, en donde de no mediar la extraordinaria actuación de Sebastián Viera y los constantes despilfarros de los delanteros albos, otro hubiera sido el resultado.
El 2-0 no fue reflejo de lo ocurrido en el césped del Metropolitano, en el que jamás hubo esa diferencia, determinada por acciones infortunadas cuando se intentaba proponer, así suene a disculpa y ante la veracidad del guarismo final que es lo que queda para la historia.
Porque en el análisis del partido se notó una vez más un equipo bien parado desde lo táctico, que por sus propias carencias vio rota la posibilidad de traerse por lo menos un punto, dado que marcar se ha vuelto un martirio, y las estadísticas lo señalan.
Con el primer gol que le hicieron comenzó el calvario, agravado con el segundo que fue de otro partido como se dice en la jerga futbolística, pues el Once Caldas estaba volcado por el empate asumiendo los riesgos que obliga una situación como esa.
Porque independiente de las anotaciones recibidas, la parte defensiva y de quite sigue aplicada, con movimientos sincronizados que invitan a mantener ese nivel pensando de pronto en José Moreno, y confirmando a Lopera en el sector del medio.
Los líos son adelante, en donde se agotan las fórmulas, aunque una de ellas sería Cristian Osorio, quien no parece del afecto total de Flabio, lo que supondría una alternativa tirado unos metros más arriba, que podría ensayarse mientras regresa el ‘pato’ Pérez.
Es allí donde debe recabar el técnico, sabiendo que Arias, Jiménez, Romero, Arango, Culma o Sierra difícilmente van a destaparse de la noche a la mañana, siendo conveniente implementar medidas complementarias para tratar de superar esta instancia crítica.
Está claro que ellos hacen goles pero no son goleadores, y que los está matando la ansiedad, pues no de otra forma se explica una sequía tan pronunciada como la actual, ni esa inoperancia contrastante con las primeras fechas de Liga.
La otra sería salirse del molde poniendo en punta a Sergio Romero, quien la mayoría de veces por los costados es más lo que corre frente a lo que produce, con Arango por un lado, y un volante con repetidas presencias de área que acompañe por la banda opuesta.
Sin meternos en los terrenos del entrenador, quien debe abrirse para no seguir incrementando los minutos sin gol persistiendo en lo mismo, mostrando variables necesarias y urgentes, y presionando jugadores que al parecer se sienten cómodos al no tener quien los acose.
Sería entonces el momento, hoy ante Águilas de Pereira con el cupo listo para la semifinal, de mirar lo que tiene en el banco por encima de Jiménez, quien lamentablemente, y al menos por esta temporada y en este equipo, no tiene como dar más.
Ni Arias, sostenido en la titular sin argumentos por lo mal que anda, lo que se puede constatar con la cantidad de veces que en los últimos partidos ha quedado mano a mano fallando, haciéndole entender que las oportunidades también se agotan y tienen sus límites.
Pero es hora de cambiar para concretar las opciones, porque con un mínimo porcentaje que recupere el Once Caldas en efectividad, será candidato a pelear título por la solidez de su fisonomía estructural, y bajo la premisa del campeonato irregular que se disputa en Colombia.
Hasta la próxima...
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