Del arte a la Naturaleza, así podría titular la serie que inicio hoy. Venimos de Italia cuna del Renacimiento, meca del barroco en la Puglia y del arte de los antiguos griegos en Sicilia y aterrizamos en las llanuras “salvajes” del Vichada, territorio donde nace el sol que alumbra a Colombia. Vichada, tierra de leyendas, de llaneros que cual centauros devoran las soledades infinitas montados sobre potros que “oyen llegar el retrasado viento”.
Son dos llamados a los que me es imposible resistir: el del arte y las civilizaciones, especialmente las que dejaron honda huella en la historia, y el llamado “salvaje” de los grandes espacios abiertos. El primero toca a las puertas del intelecto y el segundo sacude todo mi ser de pies a cabeza. Sucumbo, pues, ahora, al reclamo del viento, del sol, de la lluvia, de las llanuras, de la selva, de los ríos, de la soledad en sus más telúricas manifestaciones.
Vichada, territorio ubicado en el extremo oriente de Colombia y literalmente pegado al río Orinoco, es el segundo departamento en extensión en Colombia, después del Amazonas. Mide 106 mil kilómetros cuadrados. Antes que por la geografía colombiana supe del Vichada por La Vorágine, novela que aprendí de memoria siendo niño y por la lectura del libro del jesuita José Gumilla, “El Orinoco Ilustrado y defendido...” que leí siendo adolescente. El libro es “encarretador” para lectores cultos y más aún para los que amamos la aventura inteligente y la Tierra en sus manifestaciones más “salvajes”. Debo repetir una vez más la definición que manejo de salvaje y que pertenece a los indios de las praderas de Estados Unidos. “Salvaje es lo más parecido a libre”. Los jesuitas han tenido grandes viajeros y aventureros por todo el planeta y han llevado a cabo o han colaborado en grandes descubrimientos geográficos en África, Oriente Medio y Asia. Uno de ellos, en terreno americano fue Gumilla, nacido en Valencia, España en 1686 y muerto en los Llanos de Venezuela en 1750. Su curiosidad y su saber eran enciclopédicos. No solo en lo relacionado con flora, fauna, geografía, ríos etnias y cultura, sino que fundó varias poblaciones y “de rebote” gracias a su acción misionera a Colombia no le fue tan mal en la demarcación de límites entre Colombia y Venezuela.
Su labor científica, humanitaria y misionera se llevó a cabo en la cuenca del Orinoco colombo-venezolana. El título de su obra más conocida es este: “El Orinoco ilustrado y defendido. Historia natural, civil y geográfica de este gran río y de sus caudalosos afluentes”.El sabio Humboldt leyó el libro y se sirvió de él para su “Viaje a las regiones equinocciales”.
Pero, dejemos quieto por ahora a Gumilla, después volveremos a él, pues es referencia obligada en el conocimiento Orinoco y de su entorno humano y natural.
El Vichada tiene solamente cuatro municipios: Puerto Carreño, La Primavera, Santa Rosalía, Cumaribo y varios resguardos indígenas. Recuerdo muy bien de la lectura del “Orinoco ilustrado” (libro mío de cabecera) que Gumilla cita 30 tribus que habitaban en ese tiempo en el territorio. Me aprendí la lista de memoria. Cito solamente algunas: guahibos (los más conocidos) los sálivas, los piapocos, los cubeos y los curripacos. Y hablando de los guahibos, ¿no es este acaso el momento de hablar del verbo “guajibiar”, que significa matar guahibos. Estas cosas horribles las hemos vivido en Colombia. Se los cazaba incluso con perros y se los mataba como si fueran fieras. Y esto ocurrió hasta no hace mucho tiempo en los Llanos Orientales de Colombia.
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