Ad portas del 2 de octubre, día crucial para Colombia, nuestro país cogerá otro rumbo, un rumbo incierto y con malos augurios. Sufrí un gran desengaño con la lectura del Acuerdo, aflora en las 297 páginas una visión de Colombia anacrónica que no se perfila como neoliberal ni socialista. Todo carece de orden. Parece un croquis levantado por ambas partes debido a que la autoridad competente no aprese en el lugar del accidente. Estas líneas son parte de mis dudas: La guerrilla negoció con los políticos, pero no logró convencer a la otra mitad de los colombianos de la bondad de sus miras. No creo que cincuenta años de violencia se desmovilizan así de fácil, el miedo y la incertidumbre no se combaten con soberbia y miradas estrechas.
Me agobia la duda de que la periferia del país, nuestras olvidadas fronteras, y los sectores más expuestos de la población del país hayan encontrado el vocero ideal en las Farc. Viví muchos años en el Chocó y comprendí lo inmenso que es el problema económico en esa parte del país, basado en esa experiencia no puedo avalar lo propuesto referente al desarrollo que se le debe dar a los Llanos Orientales, la parte profunda; movilizar el Andén del Pacífico o hacer rentable a la Orinoquia en un mundo globalizado. Esa tarea es muy difícil a pesar que el Gobierno de Colombia, ingenuo o tramposo, se haya comprometido con eso.
En el punto 2.3.6 página 48 del Acuerdo Final referente a las 16 Circunscripciones Transitorias Especiales de Paz hay un aparte que llama la atención de cualquier lector atento, dice: “Los partidos que cuentan con representación en el Congreso de la República no podrán inscribir candidatos ni candidatas para estas circunscripciones...”. Surge mi primera pregunta: ¿Quién definió esas 16 zonas? Sigue otra: ¿A los pobladores se les pidió consentimiento para quedar incluidos en ellas? Porque según esta disposición a ellos se les recortarán los derechos ciudadanos y por ende ellos no se verán beneficiados de una parte de nuestra Constitución.
El Libertador venció a España para emanciparnos del rey equipándonos con derechos de ciudadanos adelantando una cruel guerra que le costó, por ejemplo, la vida a casi la mitad de los habitantes de la Capitanía de Venezuela. Ahora a los ciudadanos de las 16 Circunscripciones Transitorias Especiales de Paz no se les reconocerá el derecho ciudadano de votar por los partidos que existan en el país, solo lo podrán hacer por los que indique el reglamento de estas circunscripciones. Cuestiono: ¿Estamos canjeando la paz, el bien más anhelado por cualquier país normal, por la pérdida del libre ejercicio de la política de muchos colombianos, o sea uno de los valores fundamentales de la democracia? ¡Tremenda incoherencia! No cabe duda que es importante que la Farc participe en la política, la cual esperamos enriquezca, pero con este tipo de iniciativas torpes seguramente no lograrán, a la larga, la aceptación de un amplio electorado convirtiendo su frustración en otro problema de orden público.
Me pregunto y les traslado la pregunta a los propiciadores del Sí en el plebiscito: ¿Cuál paz duradera diseñaron los dos grupos negociadores en La Habana? Hoy son los derechos políticos de los habitantes de estas 16 circunscripciones transitorias y ¿mañana cuál será el atropello a nuestra frágil democracia y todo esto bajo el manto de la obtención de la paz?
Muchos colombianos queremos que el Congreso sea disminuido en tamaño, no en atribuciones, y la guerrilla propone ampliarlo para poder tener ellos asiento en él. En el siglo XXI el problema de la tierra es de muy poco orden excepto tierras urbanizables y esas ya están en manos de gentes muy pudientes y tal vez tan egoístas como la Farc misma. Al campesino que se le dé tierra se encarta, y si le dan crédito más rápidamente lo aniquilan, creando otro conflicto social. La agricultura es un negocio muy complejo que requiere más que tierra y un crédito para triunfar en él. Estos feroces guerreros al parecer centraron, por años, sus esfuerzos en crear estrategias bélicas y dedicarse al lucrativo narcotráfico dejando por fuera elaborar en su interior ideas válidas para cimentar un nuevo país. Supongo que estos ágiles y cínicos negociadores le encontraron algún talón de Aquiles al Gobierno de Santos que permitió que este Acuerdo contara con las firmas de ambas partes.
Con la dejación de las armas de parte de las Farc cesará la violencia, pero para una paz en Colombia no alcanzó el aporte de estos refractarios timochenkos.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015