A propósito de lo que está pasando en Ucrania, vale recordar que la violencia desatada por Rusia en ese país no es nueva, ni sorprendente. Lo primero, lo revela la historia: Ucrania fue uno de los pueblos más martirizados por la Unión Soviética. Y lo segundo, porque el comunismo fue derrotado en todo el mundo, por cuenta de sus inconsecuencias, de su ineficiencia, de su salvajismo, pero los comunistas se aferran a la vida y siguen mostrando sus viejos métodos. Putin no es solamente heredero de muy antiguos resabios, sino que fue formado e hizo su carrera en la NKVD, que vale decir tanto como que un ministro alemán viniera de la Gestapo.
En términos filosóficos, el comunismo es una pésima colcha de retazos. Tiene de Hegel su muy superado idealismo trascendental, mezclado con una lógica que no funciona sino a punta de caprichos y suposiciones. Tiene de materialismo, de historicismo, de socialismos más antiguos que el de Marx, algunos mejor pergeñados como el de Lassalle. Pero tuvo suerte, si suerte es la de haber encadenado y destruido la vida de muchos centenares de millones de hombres, que cayeron, más que en sus redes, en sus garras.
El comunismo. O socialismo de Marx, Engels y Lenin, como mejor debiera llamársele, fue empujado por acontecimientos históricos que Marx jamás llegó a imaginar. Pero fue eficaz para asaltar el poder y no tuvo entrañas para conservarlo. A eso se debe su fortuna.
En la vieja Rusia, que la segunda guerra mundial convirtió en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, los bolchevique dieron un golpe de Estado afortunado, en parte a un zarismo que había rodado por el piso, y a unas fuerzas políticas muy superiores en número pero incapaces de hacerse valer. Claro, tuvieron su traidor oportuno, aquel Kerenski que la Historia detestará como a todos los que le abrieron paso a la ambición de los salvajes.
Como uno de los elementos esenciales de la lucha por el poder era la colectivización, y como Rusia era un pueblo campesino, de muy pobre industria, la colectivización del campo se volvió la obsesión de los jefes marxistas. Y por eso asesinaron tantos campesinos, arrasaron la propiedad privada de los Koulaks, y trataron de impedir que terratenientes y campesinos defendieran lo que era suyo.
Ucrania es la zona más rica en producción agraria de la URSS. La llaman por eso el "granero" de Europa, o de Rusia o de quien sea el que la domine.
Los muertos en Ucrania, durante las purgas estalinianas, se calculan en centenares de miles, y si se apura la cuenta, por millones. Nunca se sabrá el número exacto de ucranianos que murieron en los gulags, ni el número de los que murieron por la guerra del hambre que les decretó Stalin. Ni de los que fueron fusilados o ahorcados, por cuenta del encargado de apaciguarlos, Nikita Kruschev.
Los de la NKVD han vuelto a Ucrania. Y Ucrania está sola para defenderse. Porque Europa ha sido cobarde y cómoda, y los Estados Unidos están en manos de nadie. Por eso, mientras Obama lanza proclamas, Putin lanza soldados para tomarse a Ucrania. La vieja historia. Y así se contará la nuestra.
El comunismo es irracional y salvaje. Santos es nuestro Kerenski y muy pronto tendremos aquí a los pupilos de Fidel Castro. El que no conoce la Historia, la repite. Y nosotros somos en Historia, ignorantes y tontos. Saquemos conclusiones.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015