Con motivo del triunfo del señor Trump en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos, la columnista Cristina García Casado escribió: “Desde el pasado miércoles se suceden historias de intimidaciones, insultos, amenazas y pintadas con mensajes supremacistas blancos, homófobos y misóginos…” (LA PATRIA, 17/11/2016). Un lector agudo se preguntó, dudoso, si el adjetivo ‘pintado-a’ estaba correctamente empleado en la frase como sustantivo. Yo también dudé, porque, además de adjetivo, puede ser participio pasivo del verbo ‘pintar’, y aun sustantivo, pero como ‘la acción de ese verbo’, por ejemplo, “todos participaron en la pintada de la casa”, no con la acepción que tiene en esa oración. Sin embargo, consulté el diccionario, y, para mi sorpresa, encontré esto: “Pintada. Letrero o conjunto de letreros de dicho carácter que se han pintado en un determinado lugar”, significado con que lo usa la escritora. Todos los días aprendemos algo nuevo. Hay que anotar, no obstante, que dicha acepción sólo llegó a los diccionarios en las postrimerías del siglo XX.
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La conjunción negativa ‘ni’ se emplea para unir frases o elementos negativos precedidos por otra conjunción negativa o algo que entrañe negación. En las dos muestras siguientes, sus redactores violan esta norma gramatical. En la primera, el doctor Jorge Raad Aljure peca de esta manera: “Esa muerte es lógica y no atenta contra las leyes de la vida y también de la muerte” (LA PATRIA, 22/11/2016). Castizamente redactada, la segunda oración, ligada a la primera por la conjunción ‘y’, es ésta: “…y no atenta contra las leyes de la vida ni tampoco contra las de la muerte”. Esta oración es negativa, por lo cual rechaza la conjunción ‘y’, que se emplea en frases afirmativas, y el adverbio de modo ‘también’, usado para afirmar igualdad, semejanza, etc. entre diversos elementos. En la segunda, el hermano Andrés Hurtado García cayó así: “Sin insultar a los de No y a los del Sí” (El Tiempo, 22/11/2016). Al analizar esta frase, valga la verdad, vacilé, porque no están explícitas las conjunciones ‘no’ ni ‘ni’. Pero, como la preposición ‘sin’ significa carencia de algo, implica negación, por lo que la frase correcta tiene que ser ésta: “Sin insultar a los del No ni a los del Sí”. Lógico.
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‘Escore’ es la tercera persona del singular del presente de subjuntivo del verbo ‘escorar’ (“apuntalar con escoras”). No tiene ninguna relación con el verbo inglés ‘to score’ (‘hacer una muesca, rayar, apuntar, marcar un gol, un punto, calificar’); tampoco con el sustantivo correspondiente ‘score’ (‘raya, tanteo, puntuación’). El editorialista de LA PATRIA quiso castellanizar este último en la siguiente información: “Sin embargo, en el año hubo una leve disminución en el escore que alcanzó Manizales en el año anterior…” (23/11/2016). Se refería el redactor al ‘puntaje’* obtenido por Manizales en la medición mundial de calidad de vida en las ciudades. ‘Score’, muy empleado por nuestros comentaristas deportivos, es un anglicismo innecesario, como tantos otros, pues nuestro idioma tiene los vocablos que lo reemplazan, y con creces: ‘puntuación, tanteo, marcador’. Y sus verbos, ‘puntuar, tantear, marcar’. *Nota: ‘puntaje’ es un regionalismo.
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El señor Guillermo Angulo me escribe: “En alguna parte leí que a un presidente muerto no se llama ex, al citar su cargo: El difunto presidente Fidel Castro, o el presidente Alfonso López Michelsen, hoy desaparecido” (27/11/2016). Tiene razón la fuente que cita, porque, además de ser la norma de la Academia de la Lengua, el todavía para mí adjetivo ‘ex’ (no para la Academia, que ya lo convirtió en prefijo) debe calificar sólo personas vivas, que fueron algo y ya no lo son, como ex maridos y ex mandatarios. Nota: según la citada Academia, estos nombres deben escribirse pegados, así: exmarido, exmandatario, menos cuando se les interpone otro elemento, por ejemplo, ex primer mandatario. Pero el prefijo, el verdadero prefijo, nunca se puede separar de la palabra a la cual se une, verbigracia, ‘exaltar’ (“elevar a una persona a una dignidad”), pues, si lo separa, quedaría ex altar (¿mesa que fue altar y ya no lo es?). Y es éste, precisamente, el argumento en que me baso para seguir considerando esta palabra adjetivo y seguir escribiéndola separada. Sin titubeos.
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