Es frecuentísimo el empleo del adjetivo ‘mismo-a’ con el oficio de pronombre, como en la siguiente oración del señor Felipe César Londoño L.: “Tenga la plena seguridad que las actuaciones administrativas que corresponden a nuestra institución (…), pero las mismas han cuidado…” (LA PATRIA, 13/1/2017). Castizamente, de la siguiente manera: “…pero ellas han cuidado…”. Es una costumbre viejísima, seguida por la gran mayoría de redactores, entre los cuales me incluyo. La defiendo, inclusive, en el numeral 1049 de mi libro ´”Quisquillas de alguna importancia. Aprenda castellano de los errores del prójimo”, en el que me refiero a la expresión “los mismos con las mismas”, de la que afirmo esto: “Es una locución con la que expresamos que fulanos por todos suficientemente conocidos regresaron a sus ya recorridas andanzas torcidas y a sus acostumbradas mañas corrompidas. En dicha locución, las palabras ‘mismos-mismas’ desempeñan el oficio de pronombres, vale decir, reemplazan a los respectivos nombres -fulanos, en la primera; andanzas y mañas, en la segunda”. El gramático don Manuel Seco, en su “Diccionario de dudas”, en lugar de pronombre, le da a este adjetivo la naturaleza de ‘sustantivo’, por el empleo del artículo, para lo cual propone este ejemplo: “Se prohíbe la entrada en esta oficina a toda persona ajena a la misma”. No obstante, la duodécima segunda edición de El Diccionario (1904) ofrece esta definición: “Mismo-misma. Pronombre personal que se atribuye a una cosa única, aunque parezca diversa, que se representa, subsiste y se reconoce ser aquella que se ha visto o de que se ha oído hablar, como: esta espada es la misma que sirvió a mi padre”. Y esto, porque viene del latín ‘ipse-a-um’ (pronombre demostrativo, ‘el mismo’), a través del latín vulgar ‘metipsimus’ (enfáticamente, ‘el mismísimo’). Hoy, la Academia le da la naturaleza de adjetivo, y lo define así: “Idéntico, no otro”. Hace también el oficio de adverbio (‘ya mismo’), pero esto será para otra oportunidad. Nota: En la frase analizada, quizás por el miedo al dequeísmo, falta la preposición ‘de’: “Tenga la plena seguridad DE que…”.
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Aunque ambos adjetivos tienen relación con la ‘carne’, son muy diferentes ‘encarnado-a’ y ‘encarnizado-a’, pues el primero califica el color; el segundo, la sangre. El ex vicepresidente Francisco Santos los confundió en esta reflexión: “Por lo que podemos esperar un debate democrático más encarnado…” (LA PATRIA, 13/1/2017). El término ‘encarnado-a’ es el participio pasivo del verbo ‘encarnar’ (“servir de soporte corporal a un espíritu; representar una persona o un animal un concepto abstracto”); como adjetivo, califica todo aquello que tiene el color de la carne, ‘rojo’. ‘Encarnizado-a’, del verbo ‘encarnizar’ (“cebar un perro en la carne de otro animal para que se haga fiero”), se aplica figuradamente a ‘batalla, lucha, discusión’, cuando los adversarios las realizan con furia, que es exactamente la idea pretendida por el señor Santos, la de una contienda verbal encarnizada; literalmente, cuando el derramamiento de sangre por las heridas recibidas es consecuencia de un combate, como ocurría en los protagonizados por los gladiadores en el circo romano, para diversión de sus emperadores. Nota: La Iglesia Católica llama ‘Verbo encarnado’ al Dios hecho hombre en la persona de Jesucristo. Y le decimos ‘diablo encarnado’ a un hombre maligno y perverso.
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La directora de Coldeportes Nacional, Clara Luz Roldán, emocionada, bailó en Cúcuta al son del Bunde Tolimense, interpretado como himno en la premiación del voleibol. Y lo hizo “ante la mirada desconcertante de los presentes y los medallistas” (LA PATRIA, 26/1/2017). Así redactó el autor de Supimos que…, demostrando de esta manera que no conoce la diferencia entre un participio presente (activo) y uno pasivo (pasado). El primero denota acción; el segundo, pasión (estado pasivo en el sujeto). Es la diferencia que hay entre ‘ser amante’ y ‘ser amado’, o entre ‘ser mortificante’ y ‘ser mortificado’, o entre ‘ser atacante’ y ‘ser atacado’. Los participios del verbo ‘concertar’ son, el activo, ‘desconcertante’ (‘lo que desconcierta’); el pasivo, ‘desconcertado’ (‘el que sufre el desconcierto’). De acuerdo con esto, la ‘acción desconcertante’ fue la de la directora, y los ‘pacientes desconcertados’, los testigos presenciales del bailoteo. La lógica de la gramática…
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