No soy médico ni biólogo ni filósofo, pero, a pesar de lo viejo, todavía soy racional. O esto creo yo. Un par de semanas atrás, en una de mis notas, califiqué de ‘violenta’ la ‘interrupción del embarazo’ por el aborto provocado. El señor Rigoberto Escudero Osorio, frecuente corresponsal de LA PATRIA, después de exponer algunas definiciones autorizadas del aborto, afirma que “resulta innecesaria la palabra ‘violenta’, es suficiente ya toda la violencia a la cual hemos sido sometidos por décadas” (22/5/2016). Dice, además, que asocio lo que yo llamo la ‘segazón de una vida’ “al ‘ser humano’, es decir, al ser homo sapiens que somos, luego que nacemos”. Y añade: “…la consideración de algunos científicos de llamar “conceptus” al producto de la concepción, no nacido aún, y, no, ser humano”. Aunque, como sabemos, toda comparación cojea, cuando a alguien que duerme profundamente lo despierta con brusquedad un sonido atronador, o una pesadilla pavorosa, o una fuerte sacudida, la interrupción de su sueño es ‘violenta’, pues se produce por medios extraordinarios. Así mismo, el aborto provocado es la interrupción brusca, extemporánea y con medios extraordinarios del proceso evolutivo de una vida humana. En efecto, la evolución de todo ser humano comienza desde el instante mismo de la concepción, pasa por la gestación, el nacimiento, la niñez, la juventud, la adultez y termina con la muerte. Y es éste un proceso ininterrumpido, sin solución de continuidad, solución (discontinuidad) que se puede dar por causas naturales, a saber, las enfermedades y el aborto (que también son progresivos), o por causas extraordinarias, todas ‘violentas’, como un rayo, un accidente grave, el aborto provocado o un homicidio. Entonces, sí, el ‘aborto provocado’ es la interrupción violenta de esa parte del desarrollo de un ser humano, que es la gestación. Y así, si no se practica esa operación, la naturaleza sigue su labor, a saber, la formación de un ser humano único, distinto de todos los que en este mundo han sido, son y serán. Pero, no me haga caso, señor Escudero, pues, como no soy lo que arriba dije, no paso de opinante. Nota: ‘conceptus’, participio latino de ‘concipere’ (‘concebir, recibir la fecundación’), significa ‘concebido’. Antiguamente, al ‘feto’ le decían ‘concepto’ (concebido).
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La agencia de noticias Efe, refiriéndose a la caída de Romero Jucá, uno de los ministros del nuevo presidente de Brasil, Temer, informa: “El nuevo escándalo, sin embargo, lo obligó a licenciarse” (LA PATRIA, 24/5/2016). Cuando a un empleado lo despiden de su trabajo, lo licencian; si es uno el que quiere ausentarse de su ‘camello’ temporal o definitivamente, le ‘conceden la licencia solicitada’, que es, ‘según los cables de la semana pasada’, lo que sucedió con ese ministro de Brasil. De manera, pues, que él no ‘se licenció’, porque ni se volvió desordenado o licencioso -que se sepa, al menos-, ni se graduó en ninguna disciplina académica, que son los dos únicos casos en los cuales el verbo ‘licenciar’ se puede emplear como pronominal. Es el mismo caso de ‘reelegir’: dicen, con una cara de seriedad admirable, “el presidente se reeligió”. ¿Por qué, entonces, nunca dicen, “el presidente se eligió”? Porque es el aguantador pueblo el que ‘elige’ o ‘reelige’, caso en el cual los dos verbos son transitivos, no pronominales. Elemental.
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¿Qué pretendió el editorialista de LA PATRIA expresar con el verbo ‘colonizar’ en la siguiente afirmación?: “…la incertidumbre vuelve a colonizar las expectativas frente al regreso del tren” (26/5/206). Según El Diccionario, el susodicho verbo sólo tiene dos acepciones, las siguientes: “Formar o establecer colonias un país. // 2. Fijar en un terreno la morada de sus cultivadores”. ¿Qué quiso, entonces, decir el editorialista? ¿Arruinar? ¿Echar por tierra? ¿Qué?
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Dos frases inexplicables en una escritora de trayectoria: “Por eso es importante resistirse a que hayan más seres humanos asesinados…”; “...a que cada día hayan más familias que reclaman las tierras…” (LA PATRIA, Fanny Bernal, 29/6/2016). Una sola vez, puede ser error tipográfico, pero ¿dos? En estas frases, el verbo ‘haber’ (‘existir’) es impersonal, por lo cual sólo se emplea en tercera persona del singular: “…que haya más seres humanos”; “…que haya más familias…”, castizamente.
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