Veamos cuatro maneras de manipular a los otros: Culpar, amenazar, someterlos, tratarlos con indiferencia.
La persona que así actúa casi siempre tiene miedo y, por lo mismo, una inseguridad superlativa.
Ojalá lo acepte y elija confiar, quererse y tomar conciencia de que está negado para amar y ser amado.
Cuando uno ama nunca manipula ni se deja manipular, es asertivo y firme, sabe decir no y exige respeto.
Una persona manipuladora crea relaciones conflictivas y, al final, termina solo y amargado.
Quizás actúa con delirios de grandeza pero lo que hay bajo el disfraz son delirios de pequeñez.
Lo bueno es que siempre podemos tomar un nuevo rumbo si somos humildes y buscamos ayuda. Entonces el amor expulsa las culpas.
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