Es una monumental paradoja que la evolución de la especie humana, sus maravillosos adelantos técnicos, la creatividad sorprendente, las comodidades de la cotidianidad, el fácil acceso al conocimiento, el ordenamiento social y la decantación de mitos milenarios para ubicar al hombre en el razonamiento lógico, solo hayan servido para imponer un pragmatismo brutal, que linda con la demencia, cuando prevalecen el poder y la riqueza sobre el humanismo social, a pesar de que todos los dirigentes prometen poner sus esfuerzos en beneficio de las clases populares.
Pero la realidad es que los políticos necesitan atraer de esa manera los votos de los pobres, que hacen volumen en el sistema democrático y son comprables. Mientras tanto, el escepticismo mayoritariamente se ubica en la clase media, que desprecia la política, y en las clases altas que se desentienden de ella, sin calcular lo que les viene pierna arriba con el populismo.
Esa corruptela que se ha apoderado de los niveles bajos de la sociedad y la abstención de los sectores medios y altos dan como resultado pésimos gobiernos (en Colombia y en muchas otras partes, como se está viendo); o gobiernos amarrados a la variedad de mafias que existe, incluyendo la de la contratación, escándalo que está sobre el tapete en estos momentos, llenando todos los espacios noticiosos; y durará hasta cuando comiencen la Vuelta a España, el Tour de Francia y el Giro de Italia, para empatar más adelante con las eliminatorias para el Mundial Rusia 2018. Entretanto, los escándalos se enfrían, la justicia recoge evidencias y testimonios de dudosa credibilidad, los acusados dejan pasar el tiempo (“El tiempo es buen amigo”, piensan cínicamente), los recursos de los torcidos se ponen a buen recaudo, los bufetes de abogados engordan sus ingresos y el mundo sigue su marcha…
El viejo refrán dice que “no hay mal que dure 100 años, ni cuerpo que lo resista”, pero como van las cosas la sentencia será desmentida dentro de unos pocos lustros, porque las cosas vienen mal desde hace rato y no se avizoran cambios que las favorezcan. Para muestras, el improvisado mandatario que eligieron los estadounidenses, que causaría risa si no tuviera en sus manos el botón rojo; el desbarate que amenaza a la Unión Europea, con “estadistas” de farándula, en países que se consideraban maduros; lo que se ve en el entorno latinoamericano, que es melancólico; y la “oferta” para las elecciones presidenciales colombianas de 2018, que tiene más cantidad que calidad. Esto demuestra que el mundo está descuadernado, para usar una expresión del presidente Lleras Restrepo (1996-1970).
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