Me excuso primero que todo, con las personas de raza negra, por lo peyorativo de este título, el cual por supuesto yo no acuñé y cuya autoría desconozco. Pero así se les conocen, aunque preferiría que se les llamaran listas de veto o proscripción, como lo son realmente. Por razones sociales, políticas, criminales, económicas, técnicas y militares, la elaboración de listas ha sido una herramienta dúctil para alcanzar estos propósitos. La Iglesia Católica tenía su Index Librorum Prohibitorum, que contenía los libros prohibidos para sus fieles; entre los grupos ilegales como autodefensas y guerrillas, eran infaltables como fuentes de financiación y determinación de objetivos militares; en los Estados Unidos el senador Republicano Joseph McCarthy, se hizo famoso por elaborar listas de sospechosos de ser comunistas antiestadounidenses, hechos que dieron lugar a lo que hoy se conoce como “macartismo”. Para el caso colombiano, los ya desaparecidos F2, B2 y DAS eran famosos entre otros, por contar con listas de personas consideradas “enemigas de la democracia”. No en vano, muchas condenas de los jueces contra el Estado lo son por estas razones. En materia económica y financiera, además de las listas de veto se encuentran también las “listas blancas”, conocidas en España como “Listas Robinson” (inspiradas en el aislamiento del protagonista de la novela Robinson Crusoe) o “listas de exclusión” que son el resultado del ejercicio del derecho de las personas de no recibir información o publicidad. En Colombia el tema, se encuentra regulado en la famosa Ley de Habeas Data (Ley 1266 de 2008) y los sistemas de Protección de Datos Personales (Ley 1581 de 2012). Los Bancos de Datos y las llamadas Centrales de Información o de Riesgo se alimentan de las relaciones comerciales que usted realiza a diario; cuando va al Supermercado, a la hora de pagar le piden el número de cédula y seguramente no se acuerda, pero usted autorizó que sus datos fueran utilizados incluso por terceros (call center), que son quienes lo llaman frecuentemente y le recuerdan lo feliz que será su día. Bancos de Datos como Cifín, Datacrédito, Covinoc, Computec, Inconcrédito, Credicheque y Fenalcheque entre otras, son empresas privadas que administran datos privados positivos y negativos de las personas. No son jueces ni entidades públicas. En los negocios a crédito, si usted ha podido ser cumplido, su información permanecerá indefinidamente; ¿recuerda que le han aprobado y ofrecido tarjetas de crédito, seguros y viajes con solo recibir una llamada? Para eso son. Pero al contrario, su información también puede ser negativa: “lamentamos informarle que su crédito ha sido negado”. Está reportado! En estos casos, su información permanecerá por 4 años contados a partir de la fecha en que pague. Pero si la mora es inferior a dos años, el reporte negativo será el doble del período de la mora; por ejemplo si se demoró 6 meses estará reportado por 1 año. Durante este tiempo, si necesita del crédito, solo un buen amigo que no cobre podrá ayudarlo, haga una rifa de un pollo, “empeñe” la prenda o caiga en manos del tenebroso “gota o gota” que no se guía por los Bancos de Datos. Tenga claro, que mientras esté reportado los sistemas de crédito y financiero no serán sus amigos. Recuerde que usted tiene derecho a presentar peticiones para que se corrijan o borren los datos negativos o lo excluyan de las bases de datos; o puede presentar Acciones de Tutela o quejarse ante la Superintendencia de Industria y Comercio que es a quien le compete la protección de los datos personales. Finalmente “para su información y seguridad esta columna está siendo grabada”.
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