De todos los temas que se debaten en nuestra región, quizá ninguno desate tantas pasiones como Aerocafé.
El proyecto tiene defensores vehementes que argumentan que si con un aeropuerto que vive cerrado Caldas ocupa el tercer lugar del país en competitividad, imagínense cómo sería si tuviéramos uno que sí sirviera. Y tiene también detractores que señalan que Aerocafé se nos convirtió en una especie de amigo imaginario, como el metro para los bogotanos.
Las relaciones departamento-nación están “aeropuertizadas”. En la lista de solicitudes al Presidente, ministros y congresistas, Aerocafé encabeza las peticiones desde hace varios años, o décadas.
En la encuesta virtual de LA PATRIA de la semana pasada preguntó sobre prioridades de infraestructura para Caldas y ganó Aerocafé. Y es que viajar por La Nubia es depender del azar: Desde la Corporación Cívica de Caldas informamos que el mal tiempo y la ceniza fueron las principales razones por las que en 2015 a más de 25.000 pasajeros les cancelaron o desviaron sus vuelos y a esa cifra se suman los vuelos por fuera del itinerario. De cada 5 pasajeros que intentan volar por La Nubia al menos uno tiene problemas.
La Asociación Aeropuerto del Café se creó en 2008, pero la construcción de terraplenes comenzó en 2005 y desde ese momento hasta hoy se han invertido $197.867 millones, de los cuales $32.848 millones son de InfiManizales, $32.107 millones de InfiCaldas y $132.912 millones de la Nación. Sin embargo, desde 2012 el Gobierno Nacional no da plata. Hace un año prometieron 10.000 millones para mantenimiento de obras y la promesa escrita la firmaron Néstor Humberto Martínez, ministro de la Presidencia, Natalia Abello, ministra de Transporte y Gustavo Lenis, gerente de Aerocivil. Hoy los tres están por fuera de sus cargos y la plata jamás llegó.
El gobierno nacional lleva casi cuatro años desentendido de Aerocafé, pero como hay nómina para pagar y en Palestina hay obras que necesitan mantenimiento, la plata la ponen los Infis. Aerocafé aparece con dinero en el recién aprobado Plan de desarrollo departamental, pero no en el de Manizales. Durante la discusión en el Concejo la Secretaría de Planeación informó que “en la medida en que se consigan recursos, la Administración los destinará para Aerocafé”.
El proyecto incluye una pista de más de 3.500 metros, pero su primera fase prevé una de 1.460 metros, es decir como la de La Nubia pero en mejor clima y a 26 minutos de Manizales si se realizan todas las obras viales. Esa primera fase cuesta $424 mil millones adicionales a lo ya invertido, y ahí viene otra dificultad: en abril la Financiera de Desarrollo Nacional dijo que esa plata tiene que ponerla la región o un inversionista privado, lo que en otras palabras significa que en Presidencia no quieren girar ese cheque. Ni todo ni parte, a menos que los convenzan.
La tarea de convencimiento se dificulta con el informe de la Contraloría de la semana pasada. Después de una auditoría a la Aerocivil la Contraloría presentó 14 hallazgos con presunto alcance fiscal por $90.000 millones, porque considera que toda la plata que Aerocivil ha invertido en Aerocafé no ha servido para los objetivos previstos, por razones que son evidentes: no aterrizan aviones, lo cual se vuelve una discusión retórica: No hay aeropuerto porque el gobierno nacional no da más plata, y el gobierno nacional no da plata porque ya giró $132 mil millones y aún no hay aeropuerto.
La gestión de la Contraloría consiste en abrir y abrir procesos que años después cierra sin hallar responsables, o anulando todo lo actuado como hizo en enero de este año en otro proceso sobre Aerocafé. Pero el mero anuncio de hallazgos con posible incidencia fiscal aumenta el temor de los ya indecisos o desconfiados funcionarios del gobierno nacional a los que hay que convencer para que firmen el giro de nuevos recursos para Aerocafé.
Pese a estos nubarrones, los defensores del aeropuerto ven una buena coyuntura: El Gobernador está comprometido, hay Ministro de Transporte caldense, en julio habrá presidente de Congreso caldense, y Aerocafé tiene una gerente que conoce lo técnico, pero también lo político, que es lo que se necesita para convencer al gobierno nacional. Si con estos pilotos el proyecto no aterriza, habrá que entender que se quedó en las nubes.
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