No muchos conocen quién es Curzio Malaparte. Otros tantos lo conocen, pero lo desprecian por haber sido fascista, oficial del Duce, en sus comienzos. Otros tantos saben de él por La Piel, libro que fue llevado a una exitosa película, en los tiempos dorados del cine italiano.
Dios salve a quienes me hacen regalos como este. Kaputt es la otra novela más conocida de Malaparte, un escritor, un corresponsal, un militar, un converso y un diletante que relata con mordacidad, las trasescenas de la Segunda Guerra Mundial, sobre todo en el frente ruso. Rusia, Ucrania, Suecia, Finlandia, Alemania, Polonia, Italia y Francia aparecen como estampas.
A través de encuentros, muchos de ellos sociales, con ministros plenipotenciarios, con embajadores, con los encargados de Hitler en cada país y como oficial de Italia, y al mismo tiempo corresponsal y expresidiario, da cuenta de esa vida que se llevaba a cabo entre una aristocracia que ya veía decaer en casi todas partes y con un mundo que no veía del todo la miseria o no la quería ver.
En algunos apartes parece soñar, en otras parece presente, en unas más trae a escena momentos de otro lado, pero la narración fluye de tal manera y es tan descriptiva que están allí cantidad de imágenes que se quedan en el lector: Las cabezas de los caballos muertos que sobresalen del hielo, los militares que sin vida aparentan mostrar el camino. Incluso el relato de cómo vio en un momento ganar a los muertos. Los cientos de judíos que murieron en un camión y cayeron desgarrando las ropas de un pusilánime, batiéndolo, humillándolo, malhiriéndolo.
En la parte final me sorprendió mucho la imagen de Nápoles miserable, carcomida por los bombardeos y el hambre, como si estuviera relatando el sitio que llevó a la peste en esta misma ciudad en tiempos del renacimiento cuando la realeza convivía con los muertos.
Hacía rato no leía una obra maestra. Kaputt, una palabra que habla de los seres rotos, maltrechos, deshechos. Hoy, leer a Malaparte tiene una ventaja adicional. Los diálogos que aparecen en varios idiomas, a veces por páginas enteras, tanto en francés, en italiano, en finalndés, alemán o inglés pueden llevarse al traductor de google y se le encuentra mucho más gracia y sentido. Recomendación para quienes tenemos problemas de aprendizaje para una segunda lengua.
A los alemanes los deja desnudos. De hecho, menciona que están llenos de miedo, que el miedo los hace matar, pero cuando están desnudos son tan vulnerables. No son nada sin su uniforme, como tantos que conocemos, que cuando se deshacen de atavíos son nada temibles y en cambio temerosos. Algo que en Colombia hemos visto y seguiremos viendo, porque los señorones de la guerra no son nada sin un arma al cinto o al hombro.
¿Qué podíamos hacer?, le pregunta un amigo a Malaparte ante su reproche. Pudieron renunciar, pero amaban tanto el poder que no repararon en lo que traería la guerra, le responde. Y vuelve a la cárcel. Este antiguo militante de Mussolini encuentra una bella manera de abjurar de lo que fue su pasado. Lo que le costó varias prisiones, en la última llevó a término esta obra que ahora tradujo Galaxia Gutenberg y que pretende ser la mejor lograda. Ojalá así sea. Una historia que conmueve y que muestra cómo en la guerra todos pierden, hasta los que creen que ganan.
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