El acto de perdonar es asunto serio y complejo, no es algo que se dé mágicamente, tampoco es una obligación, ni un regalo para otros, ni la muestra de superioridad moral o religiosa, menos aún, una acción para acortar distancias, ablandar la actitud de alguien que se encuentra un poco remiso o para generar buena impresión. El acto de perdonar, es un proceso, un sendero, un andar, un reflexionar, es hacer un alto en el camino hasta darse cuenta de que hay una ofensa, un dolor, una herida, un llanto y a veces un sufrimiento.
Hay diferentes clases de perdón: Hay ‘perdones permisos’, vacíos y poco sinceros, esos perdones, se piden y se otorgan sin pensar, sin intención de reparar, solo como una manera de darse el permiso de seguir ofendiendo, en algunas ocasiones y de peor manera, no existe cambio, ni reflexión, tampoco reparación, es un círculo vicioso, surge la ofensa, se pide perdón, alguien lo otorga, y vuelve a comenzar el ciclo, sin compromisos, sin acuerdos, sin pactos de no agresión. Esta clase de perdón va unido a frases como éstas: ‘Ahora si voy a cambiar’, ‘te prometo que es la última vez’, ‘vuelve conmigo y no te arrepentirás’, ‘el que ama perdona’, ‘te juro que no sé qué me pasó’, ‘lo último que yo quiero hacer en la vida, es hacerte daño’…frases de cajón, discursos vacíos.
Hay perdones publicitados, con cámaras, y muchos periodistas y curiosos, muestran manos que se estrechan, y sonrisas y gestos ensayados para quedar bien en las fotos y en las filmaciones. Son perdones que carecen de sentido, hacen parte de un mundo pobre y banal, que se alimenta de lo inmediato e intrascendente. Ahí, lo único importante, es hacer y ser parte de la noticia.
También hay perdones por obligación, para dar gusto, que ayudan a rebajar tensiones familiares, de pareja, laborales e inclusive académicas, éstos son más actos de cortesía y amabilidad, poco profundos y que no tienen la intención de remediar ningún agravio; con seguridad estos remedos de perdón pueden causar más dolor y desazón.
El acto de perdonar requiere en principio, la necesidad y el compromiso de sanar, de ayudarse para estar mejor, para tener más calidad de vida. Por lo tanto, es necesario trabajar las emociones: rabia, deseos de venganza, dolor, envidia, y este proceso se logra con paciencia y persistencia, como la que tiene el alfarero con la arcilla, para trabajar y pulir, hasta dejar la obra terminada.
Así pues, perdonar es responsabilizarse del autocuidado, es hacerse cargo de trabajar con todas esas emociones que hacen daño, es apostarle a tener una mejor salud emocional y mental. El perdón responsable y reparador, tiene muchas consecuencias importantes tanto en la salud física como en la emocional, además acorta distancias o pone límites claros y precisos, con el fin de no abrir la puerta a nuevas ofensas. El perdón es cosa seria.
Psicóloga - Docente Universidad de Manizales
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