Fanny Bernal * fannybernalorozco@hotmail.com
Boris Cyrulnik definió la resiliencia como la capacidad de salir adelante y de resistir en los momentos de adversidad. Él es un psiquiatra francés, de familia judía, nacido en Burdeos y fue uno de los invitados a Cartagena para el Hay Festival. Ha escrito varios libros sobre este tema: Autobiografía de un espantapájaros, La maravilla del dolor; Morirse de vergüenza; Sálvate, la vida te espera y Los patitos feos.
Cuenta que a la edad de cinco años sus padres fueron llevados a un campo de concentración y luego asesinados. Conoció entonces el abandono y la soledad. Posteriormente tuvo la fortuna de encontrarse con personas que le tendieron la mano, le acogieron y cuidaron.
Sin embargo, fueron muchas las frustraciones y dolores los que vivió, lo que le ha llevado a realizar un gran trabajo emocional a fin de sanar y reparar su pasado. Para ello habla de sus orígenes, de sus miedos, de las amenazas, de la muerte, de los afectos, en fin narra su historia. “Un relato no es el retorno del pasado, es una reconciliación con la propia historia. Se trata de dar forma a una imagen, de repararla, de dar coherencia a los acontecimientos, de sanar una herida injusta”.
Hablar, recordar, traer a la memoria los hechos felices y serenos y aquellos que de manera especial han dejado heridas abiertas, las cuales a pesar del paso del tiempo no se han cerrado y menos aún sanado, es una estrategia terapéutica de gran poder. Sobre todo, para las personas que todo lo guardan y que consideran que solas son capaces de superar historias y recomponer pedazos de vida que han dejado huellas dolorosas. En estos casos la lectura de las obras de Cyrulnik podrían ser de gran ayuda para darse cuenta de que es posible aprender a soltar los nudos emocionales a los que se vive aferrado y que traen consigo un inmenso daño.
Dejar el pasado atrás sin aceptar, elaborar, sanar, es una estrategia que algunos seres humanos usan para defenderse del dolor. Ocultan, callan, mienten, pero este sigue ahí como una sombra, constante y persistente. Es como estar metidos en una trampa emocional, cuya única salida sólo es posible, cuando se asumen decisiones de vida encaminadas a afrontar los acontecimientos dramáticos que se encuentran en la memoria emocional y que impactan de manera negativa la vida.
Entonces, no es negar, ni callar, ni hacer de cuenta que no ha pasado nada, es afrontar los acontecimientos aterradores, dramáticos y dolorosos. Es ir aceptando poco a poco que en el transcurso de la vida se tejen muchos vínculos e historias que contienen significados diferentes y que tenerle miedo al pasado es atarse a él.
“Los hombres sin historia tienen una alma dispersa. Sin memoria y sin proyecto, están sometidos al presente como un drogadicto que sólo es feliz en el relámpago de lo inmediato. Cuando uno no tiene memoria se transforma en nadie y cuando teme a su pasado se deja atrapar por su sombra”: Tomado del libro, Sálvate, la vida te espera.
* Psicóloga - Docente Universidad de Manizales.
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