A la influenza se le conoce con varios nombres: gripe, dengue e infinidad de apodos, según la temporada en que se presente. Puede venir a través de diferentes vectores como el agua, animales, alimentos o personas. Pero lo importante para tener en cuenta son las defensas orgánicas de nuestro cuerpo, que la combaten junto a los medicamentos y vacunas.
Para prevenir cualquier tipo de influenza debemos empezar por lavarnos las manos, especialmente al salir del baño, antes de manipular alimentos, prepararlos, almacenarlos o consumirlos. Es bueno extremar las precauciones. Recuerde que puede recoger el virus en sus manos al toser o estornudar.
La expansión de la epidemia que ocupa por estos días las noticias nacionales e internacionales y toda la confusión que se ha generado, propician un momento para revisar qué podemos hacer. Hay suficientes estudios que evidencian que los virus evolucionan cada vez más, gracias a las condiciones que brinda el huésped para poderse expandir.
Los virus tienen gran capacidad de supervivencia por encima del ser humano. Pero para desarrollarsen siempre dependerán de tres variables: ambiente propicio, nutrientes e inmunología insuficiente. Y somos nosotros quienes generamos estas condiciones.
Por lo tanto, es prioritario ser más conscientes para enfrentar este tipo de enfermedades. La prevención y curación no bloquean los recursos ni la posibilidad del organismo para actuar frente al virus. La capacidad orgánica de contrarrestar eficazmente al huésped será directamente proporcional a su estado, que depende del sistema inmune y sus reservas enzimáticas.
Los síntomas son fiebre, dolor corporal, dolor de cabeza, debilidad, inapetencia, tos y diarrea. Cuando padecemos una gripa, notamos como sufre el cuerpo y sentimos la carencia de nutrientes. Recordemos que el sistema inmune se nutre de los alimentos formadores como las proteínas, que se obtienen de fuentes como la leche y sus derivados, huevo, carnes, pollo, pescado; de proteínas vegetales como las leguminosas, fríjoles, blanquillos, soya, nueces o maní.
Los alimentos funcionales tienen un efecto benéfico en la salud. Entre ellos se encuentran los probióticos, que ejercen un importante efecto fisiológico que ayuda a mejorar la flora bacteriana e intestinal del huésped y potencializar el sistema inmune. Los simbióticos son alimentos que contienen una mezcla de productos prebióticos (fructosa) y probióticos (lactobacilos).
Los alimentos protectores tienen como función enfrentar enfermedades. A esta categoría pertenecen las frutas y verduras de colores verdes, blancos, morados, amarillos y anaranjados. Algunos estudios han evidenciado su aporte al sistema inmunitario.
Cuando son evidentes las deficiencias de vitaminas y de proteínas, es conveniente complementar la dieta con suplementos que ayuden a aumentar las defensas y a combatir el deterioro del organismo. Un plan alimentario adecuado puede contribuir al aumento de las defensas.
Tenga en cuenta que de la interacción entre nutrición y sistema inmune dependerá que se mantenga el equilibrio nutricional, para poder enfrentar cualquier virus.
*Nutricionista Dietista Clínica
Universidad Nacional de Colombia
Educadora acreditada en Diabetes
saludablearas@yahoo.com.co
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