La cultura de las armas
Señor Director:
Las armas, muy probablemente nacieron como herramientas o recursos que ayudaron al ser humano como algo indispensable para mejorar su capacidad en la cacería o para defenderse en sus luchas por la sobrevivencia contra las fieras y animales salvajes en un mundo hostil que ofrecía muchas dificultades y aparentes desventajas para el ser humano. Además, como ayuda en sus faenas diarias que no es necesario enumerar.
En su evolución, la creatividad fue aportando otras funciones hasta llegar a convertirse en un peligro y en una aberración como instrumento de violencia contra los mismos seres humanos. Razón tiene quien acertadamente manifestó que: "el hombre es víctima de su propio invento". De la cultura de las armas, pasamos a la incultura de su aceptación por fuerza del saturamiento e invasión en todos los espacios sociales con el argumento, poco convincente, que son para la defensa personal y social.
Nuestros ojos crecieron acompañados de las armas y no repugna a nadie ver por todos los espacios armas, armas y más armas como algo natural y corriente.
Este es un país de armas, mejor una sociedad armada como algo natural de su idiosincrasia, costumbres, de su filosofía, de su diario transcurrir sin que cause repudio, ni rechazo para que el Estado asuma una posición radical como medida para construir una sociedad civilista que ame la paz y la convivencia. Está tan incrustada en nuestra conciencia la aceptación de las armas que aparecen frases que han hecho carrera como esta: "Debemos desarmar los espíritus para...".
Y, algo inaudito, las armas oficiales, las bendicen en ceremonias especiales como si esas armas fueran vedadas para hacer daño, sin tener en cuenta que son accionadas por seres humanos causando los mismos efectos que son la muerte y lesiones a veces irreparables.
Por donde nos desplazamos encontramos personas con armas como algo inherente a nuestras costumbres. Los celadores diurnos y nocturnos mínimo tienen armas blancas y no son propiamente para saludar; los policiales, como dicen hoy, tienen armas; los soldados, los integrantes de las fuerzas armadas, los celadores de bancos y otras empresas, los transportadores de valores, las personas de bien dizque con permiso para portarlas, es decir con salvoconducto, las personas "importantes", los escoltas, los atracadores, los ciudadanos comunes y corrientes, los ciudadanos fuera de la ley, es decir delincuencia organizada etc., etc, etc.
Sorprende y da escalofrío, ingresar a un banco y encontrar al vigilante muy bien armado. Da temor y angustia saber que estamos en una sociedad tan insegura, tan violenta, tan desbordada, tan contaminada con valores ético-morales tan descarriados, tan desenfocados que ni el mismo gobierno parece no tener control y prácticamente se le ha ido de sus manos la solución. Estamos en el imperio de las armas y repetimos con asombro: ¿Por qué tanta violencia?
Cómo se explica que tengan que hacerse requisas y desarmes en las instituciones educativas, espacios que deben dedicarse a la academia, a la formación intelectual, al desarrollo de valores superiores, a la construcción de una nueva sociedad.
¿Cuál será entonces nuestro futuro? ¿Cuál es el papel formativo y transformador del hogar, de la escuela? ¿Si los corazones están armados, cuál es la fórmula para desarmarlos? Tantas personas armadas con un bajo perfil académico, sin mayor formación humanística, si tendrán un control emocional, profesional y ético para usar sus armas con responsabilidad? ¿Es tan aberrante el uso y exhibición de las armas que los niños creen que son juguetes y de ahí la cantidad de accidentes caseros y familiares que ocurren por descuido, por imprevisión o por ignorancia.
Es común creer que las armas dan poder y que con su ayuda se logra un reconocimiento social abriendo caminos que conducen a la delincuencia.
Cuántos muertos en las tumbas,
duermen y duermen su muerte,
o en profundas catacumbas
por arma que "fue más fuerte"
Las armas no son nocivas,
si se usan sin violencia
son de por sí muy pasivas
y muy poco de conciencia.
Las armas son de defensa
las usan los animales,
la violencia no es dispensa
para usarla los humanos
no seamos criminales
no la usemos entre hermanos.
Elceario de J. Arias Aristizábal
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