"Una vida no es suficiente para escucharlo todo". El epígrafe es de Efe. Para los menesteres de quien no se ha leído La nostalgia de un melómano es el protagonista de la primera novela del escritor Juan Carlos Garay.
El también periodista y traductor fue uno de los cuatro invitados a la versión 20 del Congreso de Literatura del Colegio Granadino. Este año reflexionaron sobre la relación existente entre literatura y música, en ambos temas Garay se mueve como pez en el agua.
Estudió periodismo en la Universidad Javeriana, de Bogotá, después cursó estudios de posgrado en periodismo cultural en American University, de Washington (Estados Unidos).
Entre 1996 y 1997 trabajó como corresponsal del magacín dominical de El Espectador, y fue traductor y realizador de espacios musicales para la Voz de América. Entre 2004 y 2009 fue miembro del consejo editorial de la revista Rolling Stone. Actualmente, se encarga de la sección de música de la revista Semana. Es colaborador habitual de las revistas El Malpensante y Ñ del diario Clarín, de Buenos Aires.
En 2008 ganó el Premio de Periodismo Simón Bolívar por sus escritos sobre música. Su segunda novela se titula La canción de la luna.
"Salí de una camada de nerds, con mucha inquietud intelectual, Gustavo Gómez, Jaime Monsalve, Claudia Gurisatti, Margarita Rojas. La cosa fue muy estimulante para el intelecto", cuenta, mientras mira la hora en su reloj de Mickey Mouse.
Así como fue sensato al escribir en su primer libro la frase de que una vida no es suficiente para escucharlo todo, también es reflexivo al reconocer que los medios de comunicación solo creen, incluyéndose él, que solo existe Shakira y Juanes, dejando pasar un talento enorme de grupos que no tienen la misma publicidad e inversión económica.
- ¿Qué tanto de lo nostálgico y melómano de Efe tiene usted?
Si usted me hubiera preguntado esto cuando recién saque la novela le hubiera dicho que no. Con el tiempo me he dado cuenta que sí me parezco a él. Digamos que no soy exactamente igual, cuando uno construye un personaje le presta cosas de uno. Si tengo esa nostalgia, me toca que luchar conmigo mismo, tengo la tendencia de que me guste más la música vieja que nueva, pero es una lucha. Por otro lado, estoy obligado con mi trabajo periodístico en Semana a escuchar todo el tiempo música nueva, sino tuviera ese trabajo estaría encerrado escuchando discos viejos. Sería más Efe.
- ¿Cuál es su fascinación con la Luna?
La Luna influye entre nosotros, por ejemplo en la marea, y dicen que en el ciclo femenino, aunque aún no está comprobado. Lunáticos a los que les afecta directamente que la Luna este llena. Perros y lobos son influidos por las fases de la Luna, está ahí influyendo en la Tierra y muchas veces no le ponemos cuidado porque nos hemos metido en una vida muy contemporánea, siempre miramos a nivel de la vista, ya casi no se mira para arriba, no se fascinan ni con las estrellas ni con la Luna como en la antigüedad. Quería hacer una novela que mirara para arriba, donde el punto de vista se levantara un poquito, me imaginaba que la novela fuera vista desde arriba, casi como si la Luna fuera la narradora.
- ¿En qué se gasto el Premio Simón Bolívar?
Me fui a estudiar a Argentina, acá donde me ve, soy diplomado en astronomía general de la Universidad de Buenos Aires. Que para qué sirve, ni idea (risas). Desde chiquito me gustaban las series de ficción como Viaje a las estrellas y Cosmos. En el sistema educativo que crecí, nunca vi materias, ni siquiera electivas de astronomía, eso era como una cosa lejana que me gustaba mucho, pero no sabía donde se estudiaba o cómo aprender de eso, también quise un telescopio, se lo pedí al Niño Dios y nunca me lo trajo, tenía eso pendiente y finalmente lo pude hacer.
- ¿Qué le ha enseñado la música que lo haya aplicado a la escritura?
El ritmo es clave, en escritura cómo manejas el ritmo, con los signos de puntuación, las comas son un respiro, los puntos son un silencio, soy un escritor de oído, no estudie literatura, no he tomado talleres de escritura creativa, sino que soy un buen lector, y después me lance a escribir con herramientas musicales y literarias.
- Escritores como Rafael Chaparro y Andrés Caicedo quebrantaban las reglas de los signos de puntuación para que su narración fluyera en un ritmo desenfrenado, ¿le gustan esos experimentos?
Me gustan las reglas igual sea para quebrantarlas, pero no lo hago tanto. A mi me gusta más experimentar por los sucesos, por ejemplo La Canción de la Luna es una novela muy loca, pero no es incoherente, para mi sí era claro tener esa diferenciación, que hubiera coherencia, pero si podían pasar muchas cosas como la guitarra cuyo sonido era afrodisíaco. Tiendo a ser muy clásico dentro de la experimentación.
- Después de 12 años como critico de música en Semana, ¿aún siente presión a la hora de recomendar un disco?
Me abruma un poquito, pero también me deja claridad que tengo una responsabilidad grande. A mi me dicen en las pocas tiendas de discos que quedan que hay gente que llega con el recorte de la columna mía solicitando que quieren ese disco. A mí no me gusta la palabra critico porque suena como si uno escribiera bravo. Es como un comentario pensando en el consumidor cultural, no todo el mundo tiene la suerte de escuchar todos los discos que salen y además me pagan por eso, entonces pensando así tengo una responsabilidad de elegir que es lo mejor que es sinónimo
de lo más original y resaltar eso. El diagnóstico que hago de la música moderna es que hay muchas canciones que suenan igual que otras y unas poquitas cosas que se diferencian que es lo que me interesa.
-¿Considera que ya no se graban éxitos cómo en décadas pasadas?
Lo que noto es que ya no hay virtuosismo. Hay cosas que están cambiando, hoy las estrellas de la música son fenómenos de Internet. Una cantante mexicana como Carla Morrison no es una chica con respaldo de una disquera, sino que subió sus videos a Youtube y empezó a tener seguidores en las redes sociales y se convirtió en figura mediática. La gente prefiere figuras sencillas en su forma de ser y hacer música. En este momento no hay un Jimi Hendrix.
- ¿Extraña el disco compacto?
Lo que extraño son los cuadernitos, se que un disco compacto ocupa más espacio, uno se encarta más, pero un archivo de audio no te dice quiénes están tocando ahí, cuándo se grabó, dónde se grabo, simplemente la canción y ya, eso si me hace mucha falta y puede ser muy contraproducente, porque puede llevarnos a cierta ignorancia musical que no me gusta, porque me gusta la música y su contexto.
-¿Cómo va con la Onda Sonora?
Me siento muy contento, se ha generado un grupo de oyentes muy fiel, nos ha dado excelentes resultados. Nos inspiramos en el Pulso del Fútbol de Hernán Peláez e Iván Mejía, de alguna manera la Onda Sonora es el pulso de la música. Es un formato muy similar.
Su banda sonora colombiana
Amanecé, de Herencia de Timbiquí.
Gloria del Monte, de Velandia y La Tigra.
El Chontaduro, de La Revuelta.
Cuando te fuiste, de Charles King.
Pega pa' lante, de Jimena Ángel.
Mejor animal, de Ciegos sordomudos
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