COLPRENSA | LA PATRIA
“El que se quiera olvidar de mí, que lo haga”, dice Margarita Rosa de Francisco, no como un acto de soberbia. En ella hay un deseo por despojarse de las máscaras de la fama, por no ser un ícono y menos una diva o un fenómeno televisivo, sino una mujer de carne y hueso.
Por eso y luego de los mil y un disfraces que se ha probado en casi 30 años en el mundo del espectáculo, solo siente que le falta desarrollar más su personaje como mujer y por ello dice querer alejarse por un largo tiempo de los escenarios. Pero de inmediato, la actriz, presentadora, cantante, compositora y exreina caleña se arrepiente.
Desde que era una niña se ha visto como una “luminaria”, como una mujer que le pertenece a las artes y al espectáculo. Por eso parece, más en sus actos que en sus palabras, que quisiera estar para siempre en las pantallas de cine y televisión, en las tablas de un teatro o en el micrófono cantando. Siempre ha sido así, desde ‘La niña Mencha’ de Gallito Ramírez (1986) hasta la presentadora del Desafío 2012, rol que actualmente desempeña.
He dado a manos llenas todo en cada una de esas cosas y no tengo deudas conmigo profesionalmente. Ahora tengo ganas de hacer mi rol de mujer común y corriente, de ocultarme un poco de las cámaras, de ser más novia.
Ni loca. Me aterra. Nunca quise ser mamá, ni ahorita lo envidio. Eso lo tuve claro desde chiquita. Siempre jugué a las Barbies, pero quería ser la señorita, la cantante o la luminaria. Nunca jugué a las muñecas en plan de ser mamá.
Para nada. Lo que pasa es que no tengo personalidad de madre, siento que los hijos chupan todo de la mamá. A mi me gusta el hecho de no tener ninguna obligación con nadie. Esa sensación de libertad no quiero cambiarla por nada del mundo.
Me parecería peligrosísimo verme a mi misma como un ícono. Eso es como una consecuencia de un hecho televisivo y mediático, pero no tiene nada que ver con la persona que soy, ni quiero ser esclava de eso.
El rigor. No me gustan las cosas de a poquiticos ni a medias. Creo más en el rigor del trabajo que en el talento de la persona.
Mi novio. La vida sencilla. Compartir las cosas de la vida. Una buena conversación es lo más delicioso que hay.
Es un ‘break’ que me doy todos los años porque además es un hijito de Expedición Robinson y empecé con ellos y me encantó convertirme como en esa sacerdotisa de ese cuento de aventura que viven los muchachos.
Me gusta hacerlo y me parece interesante la experiencia humana que hay detrás del Desafío y me siento parte de esta familia. Esto es algo muy mío y aquí vuelvo porque me siento muy cercana al equipo de trabajo, es gente que quiero mucho.
Me parece interesante. El eslogan es un acierto. Han creado como un cuentito alrededor del fin del mundo y lo que tiene que ver con la transformación humana.
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