Gloria Luz Ángel Echeverri*
LA PATRIA | Papel Salmón
Un hombre que por un lado era muy impetuoso, desabrochado como los paisas, y por el otro, cauteloso como los cundiboyacenses. Así define el escritor Walter J. Broderick al padre Camilo Torres Restrepo, muerto el 15 de febrero de 1966, hace 50 años. “Su madre, Isabel Restrepo de Torres, era de familia valluna-paisa, y su padre, Calixto Torres Umaña, de la rancia aristocracia cundiboyacense. Es lo que me parece interesante en Camilo, que combinaba esos dos temperamentos en una sola persona”, señala el biógrafo del cura guerrillero.
En una pared de su pequeño, pero acogedor, apartamento del barrio La Macarena de Bogotá, cuelga el retrato que sirvió para la portada de la última edición del libro Camilo Torres. El cura guerrillero de Ícono Editorial. Allí, Papel Salmón habló con quien publicó por primera vez la biografía de Torres Restrepo por encargo de la editorial estadounidense Doubleday, hace 40 años.
¿Qué hizo que el padre Camilo Torres, después de tratar de hacer un cambio social siendo sacerdote, cogiera las armas?
Para contestar esa pregunta bien, tendría que leer las 400 páginas del libro, porque realmente está escrito para mostrar la trayectoria de Camilo, el periplo de su vida. Al leerlas uno entiende por qué era casi inevitable que terminara en el monte. No fue un exabrupto de última hora, fue una especie de consecuencia de todo lo que él vivió, pensó y actuó en el momento histórico de los años 60, época de mucha efervescencia revolucionaria en Suramérica. Él siguió la emoción que nos causó a los jóvenes inconformes con el statu quo, con el sistema capitalista, con las estructuras de poder viejas que existían y que existen aún, porque no han cambiado radicalmente. Los inconformes éramos influenciados por la revolución cubana, sobre todo en América Latina, y en el mundo entero. A Camilo hay que entenderlo en ese contexto donde no sólo el régimen cubano llegó al poder por las armas, sino que apoyó otros movimientos armados en América Latina como los de Bolivia y Colombia. El movimiento armado donde Camilo se metió fue fundado a partir de Cuba, con jóvenes que fueron a estudiar a La Habana y volvieron para establecer un grupo armado en Colombia y que eran íntimos amigos de Camilo por ser de la Universidad Nacional de Colombia. Entonces se entiende su decisión de tomar las armas en el contexto de un hombre convencido de la necesidad absoluta de un cambio de estructuras y de que la confrontación con los poderes tendría que ser total. Esa fue su vida, así la vivió.
¿Cuál fue ese mensaje primordial que dejó?
Él lo llamaba “El amor eficaz”. Decía que no era suficiente hablar de la caridad, de lo que predica el evangelio sobre dar de beber al sediento y dar de comer al hambriento, que no es un acto individual. Señalaba que para que ese amor hacia el prójimo fuera eficaz faltaba cambiar el sistema que mantiene a la mayoría de la población en la pobreza y a un pequeño grupo en la riqueza, en un sistema fundamentalmente injusto. Decía que la injusticia no es individual, está en la misma conformación de la sociedad capitalista tal como se ha vivido y se vive. Su amor eficaz quería hacer cambiar ese sistema capitalista por uno socialista. Eso es amor eficaz.
¿Y los jóvenes de hoy, muchos de los cuales no lo conocen, que mensaje pueden recibir de la vida de Camilo Torres?
Primero, ellos pueden saber de su vida al leer mi libro. En el fondo ¿qué es lo que queda de Camilo?: sus escritos, sus pronunciamientos, que recogí en un pequeño tomo con el título Camilo y el Eln, también publicado por Ícono Editorial. Ahí hay una recopilación de sus textos principales y eso es lo que queda de él en papel. Pero el recuerdo de su vivencia, de su vida es más importante que sus escritos, en el sentido de que su ejemplo de consecuencia, de coherencia, de actuar de acuerdo con lo que pensaba, es una lección para el mundo, a toda hora, en cualquier lugar. Camilo era eso, un hombre absolutamente consecuente con sus ideas, lo cual lo llevó a ofrecer su vida por ellas.
¿La memoria de Camilo Torres está presente en el imaginario del país como debería?
No creo. Colombia recuerda poco, la gente aquí olvida todo. Una vez una mujer de unos 35 años me dijo. Ah, usted escribe, ¿sobre qué escribe? Yo escribí un libro sobre Camilo Torres. Ah… Se veía que no sabía de quién estaba hablando. Le pregunté ¿Usted sabe quién es Camilo Torres? Pues, más o menos recuerdo que era un español en los tiempos de la Independencia. Pensaba en Camilo Torres Tenorio, el héroe de la Patria Boba, fusilado por insurrecto. La historia de Camilo Torres Restrepo no se cuenta en los colegios, por eso la gente lee mi libro porque yo cuento la historia de Colombia desde otro ángulo.
¿Piensa que la celebración de estos 50 años va a servir para que Colombia se acuerde de nuevo de Camilo Torres?
En un momento por lo menos, si leen notas en la prensa, esta entrevista, qué sé yo, pero eso se olvida. La gente dirá que hubo un cura en los años 60 que hizo lo que hizo, pero como ahora hay tanto rechazo hacia la guerrilla, por eso no lo mencionan como guerrillero sino como sacerdote, sociólogo, etc. Estoy invitado a hablar en la Universidad Nacional de Colombia en un evento para conmemorar la figura de Camilo como docente, como sacerdote, como sociólogo, como activista político, etc., pero no se hace ninguna mención como guerrillero. Es como si de esa parte no se pudiera hablar, no es de buen recibo, de buena educación, como si fuera un error que cometió al final. Es cierto que la importancia de él es porque era sociólogo, por ser un sacerdote, por su mensaje…, tenía mucho en su prédica, en su pensamiento, pero si no fuera porque se fue al monte, se sacrificó y murió allá, no estaríamos hablando de él hoy. Si en la actualidad fuera un senador de la República o profesor de la Nacional jubilado o arzobispo de Bogotá en retiro, sus doctrinas, prédicas y sociología serían igual a lo que fueron. Pero, lo que lo consagró como personaje universal fue el sacrificio por sus ideas.
El recuento de una vida
¿Cómo llegó a escribir la biografía de Camilo Torrres?
Con toda modestia puedo decir que me tocó en suerte ser la persona que contara esa vida. Yo era un joven sacerdote o exsacerdote, en la misma época de Camilo, un poco más joven que él, y fui contratado por una editorial neoyorquina para contar la vida de Camilo. Doubleday, editorial que en ese momento era tal vez la más grande en Estados Unidos. Es interesante el porqué una editora neoyorquina importantísima contrata un libro sobre Camilo, es porque él por el momento y las condiciones de su muerte se volvió una figura internacional. Siempre digo que fue la primera persona colombiana que se volvió una figura conocida universalmente debido al momento y a las circunstancias de como murió.
Ellos buscaron un autor, un biógrafo para el público de habla inglesa al menos. Es una obra que me ha dado una gran satisfacción, que ha tenido cuarenta años de existencia, un poco más ahora, y ha estado continuamente en librerías en nuevas ediciones, lo que quiere decir que hay nuevas generaciones que lo leen. Los lectores pueden conocer a Camilo a través del libro y sobre todo la época en que vivió, porque tan importante es la vida de él como lo es el contexto en que la vivió.
¿Si no lo conoció, cómo fue la investigación para esta biografía?
Pues yo cuento eso durante una hora y voy a hacerlo en la Universidad Nacional de Colombia. Allá le pusieron un título a mi conferencia que me hizo gracia, tengo que hablar del Camilo que no conocí. He hablado varias veces sobre el detrás de cámaras del libro de Camilo Torres, cómo fue que yo, ese joven cura recién desempacado en Colombia a finales de los 60, contratado para escribir la biografía de Camilo Torres, hizo para crear el personaje, para enterarse de los mínimos detalles de su vida. Fue un trabajo laborioso de entrevistas, encuentros, búsqueda de documentos, cintas grabadas, toda clase de evidencias y al mismo tiempo empapándome hasta donde pude de la historia del siglo XX y un poco del siglo XIX, de todo el contexto que condujo a las circunstancias de Camilo en los años 60, cuando vivió su momento estelar. Fue un trabajo dispendioso y es largo para contar.
Entre los encuentros que tuve, uno fue con Isabel Restrepo, la mamá de Camilo, de quien me volví muy amigo, ella me adoptó prácticamente como si fuera otro hijo, la quise mucho. Su hermana media Gerda Westendorp también me ayudó muchísimo con el libro, además de gente que estaba con Camilo en el colegio desde chiquito o en el seminario con él, o en Europa, o en el Incora, que gracias al director de la época, tuve acceso a la minuta de las reuniones donde Camilo participó en la junta directiva del Instituto; también tuve acceso a documentos de la ESAP donde él fue decano del Instituto Social de la Escuela Superior de Administración Pública; charlé muchas noches con exalumnos de él de Sociología en la universidad, etc. Mejor dicho, por donde estuviera Camilo, estaba yo, hasta en la selva. Recuerdo que fue muy difícil conseguir entrevistas con los guerrilleros del Eln porque me tenían como un espía de la CIA y estaban buscándome para matarme; por su parte, el gobierno me seguía los pasos investigándome como un sospechoso de la subversión internacional, pero alcancé a hablar con los guerrilleros que estuvieron en el monte con Camilo, un miembro del Eln que estaba en La Picota y otro que estaba clandestino, dos ex. Finalmente fui al sitio donde Camilo murió, a Patio Cemento (Santander), en el municipio de San Vicente de Chucurí, el corregimiento se llama El Carmen. Allí me metí en la selva arriesgándome mucho en ese momento para sentirme en el monte donde Camilo murió, entre los mismos árboles y los mismos bichos picándome.
El Eln y Camilo Torres
¿Cómo fue la relación de Camilo Torres con el Eln?
Camilo Torres se unió al Eln, pero ellos hablan como si Camilo fuera su fundador porque han sido camilistas desde el inicio, eso me dicen. Pero no es cierto, desde el inicio fueron guevaristas, eran seguidores del Che Guevara. El concepto de la guerra revolucionaria fue el concepto que llamaban foquista, que se trataba de formar un foco de insurrección en el campo y eso prendía la chispa para la insurrección generalizada en el país. Es algo que nunca ha funcionado, si funcionó en Cuba es porque las condiciones eran muy distintas y porque Fidel Castro tenía un manejo político extraordinario y tuvo de su lado a los enemigos de Batista, del régimen dictatorial de Cuba. Ocultando su idea socialista, Fidel pudo tener a su lado, contribuyendo a su victoria, grupos muy diversos, algunos muy de derechas, porque todos estaban interesados, por una razón o por otra, en tumbar al dictador y Fidel mantuvo las riendas.
¿Qué futuro le ve al Eln?
Están en diálogos pero están en mora de negociar, de sentarse en una mesa a ver si pueden llegar a un mínimo acuerdo como lo han hecho los de las Farc, pero falta ver si se va a realizar o no.
¿Qué semejanzas o diferencias hay entre Camilo Torres y el cura Pérez?
Manuel Pérez Martínez era un sacerdote español, joven seminarista en la época en que Camilo estaba activo y la muerte en el monte del 'cura guerrillero' fue una inspiración para él y sus compañeros. Ellos estaban también en una lucha contra el sistema franquista en ese momento, eran muy inconformes y querían seguir el camino de Camilo, pero era muy difícil hacerlo en España, entonces vinieron a tomar el fusil para seguir la huella del 'cura guerrillero' en Colombia. De los tres que llegaron al país sobrevivió Manuel Pérez, los otros murieron rápidamente en el monte. El cura Pérez siguió fiel a su concepto de la lucha armada, pero era un hombre que no tenía, digamos, la cancha de Camilo. Primero, no era colombiano, no había tenido su misma formación en sociología, no tenía su carisma, pero tenía en común con Camilo una gran integridad personal y era por lo tanto tan tercamente consecuente con sus ideas como lo fue Camilo. No se conocieron, como yo no lo conocí, tampoco. El cura Pérez llegó a Colombia cuando Camilo había muerto y yo también. Llegué a Colombia en 1967, pero regresé para quedarme en 1969.
¿Es pertinente o no haber hecho la exhumación de los restos de Camilo Torres?
Pienso que todo ser humano merece una sepultura digna y me parece que fue un abuso terrible que la madre de Camilo nunca pudiera saber dónde estaban los restos de su hijo. Su otro hijo, Fernando Torres, sí sabía, pero no le contó a ella ni a la familia, porque no estaba de acuerdo con las ideas de Camilo ni con las de su madre. Supongo que obviamente las autoridades militares y también las civiles sabían dónde estaban y ahora el presidente ordena buscarlos, lo que quiere decir que autoriza que se conozca el lugar. No es que tengan que buscar, ellos han sabido durante 50 años dónde está Camilo, pero hacen la farsa de fingir que lo han descubierto al otro día de la orden del presidente y milagrosamente exhuman un cadáver en Bucaramanga, del pabellón de un mausoleo militar.
Entre paisa y cundiboyacense
¿Después de haber hecho la biografía de Camilo Torres, cómo lo describiría?
No escribí un libro porque estaba atraído por la personalidad y el carácter del personaje, escribí el libro porque quise crear un personaje a partir de lo que la gente me contó de él. Recuerdo que le pregunté a un sacerdote revolucionario paisa de la época, Vicente Mejía, quien fue el más incendiario de los curas rojos de los 60: ¿Tú conociste personalmente a Camilo? Sí yo lo traté. ¿Y cómo era Camilo? Típico petulante bogotano. Me fascinó que un cura revolucionario hablara así de Camilo, típico prejuicio del paisa contra la forma de ser de los bogotanos. Creo que Camilo tenía conciencia de ser el “chacho” de la película. Era un hombre muy consciente de su figura porque era bello, alto, buen mozo y líder. Pero también tenía un temperamento arrollador con la gente, de una simpatía muy grande, por eso era un problema saber quiénes eran los cercanos a él porque todo el mundo se creía íntimo amigo de Camilo. Te trataba cinco minutos y tú ya sentías que para el resto de tu vida eras el más importante para él. Tenía ese toque pastoral que es muy de los curas en su temperamento.
De Camilo me llamó la atención que reúne en su personalidad dos de las principales vetas del temperamento y forma de ser de los colombianos. Por un lado, lo paisa, su madre era Restrepo Gaviria y su padre Torres Umaña, dos vetas fundamentales, por lo menos en el centro del país andino, que son muy distintas. Camilo era por un lado muy impetuoso, desabrochado como su madre, como los paisas, y al mismo tiempo tenía mucho de lo medido y cauteloso de los cundiboyacenses. Era muy bogotano en su hablado, muy “chirriado”.
Yo no estaba creando un personaje, estaba comisionado a describir un personaje, lo iba construyendo a partir de los testimonios y creándolo en palabras sobre un papel. El Camilo que existe en mi libro es una figura creada por mí, el que caminó hace 50 años o más por la Nacional con una pipa y una sotana era él. El que tengo en mi libro, es mi Camilo. Sin embargo, los que conocieron a Camilo lo encuentran en mi libro. Recuerdo a María Cristina Salazar, la esposa de Orlando Fals Borda, quien me escribió una linda carta, que le agradezco siempre, diciéndome que le parecía que había captado a Camilo y ella lo conoció mucho.
Es una creación a partir de testimonios sobre Camilo, una selección de momentos, imágenes y palabras, para cubrir una vida en cuatrocientas páginas. Es una creación literaria por necesidad donde no hay nada que se pueda llamar objetivo, es subjetiva.
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La conversación con Walter J. Broderick fue toda una clase de historia de Colombia de los años 60. Lo importante es que las personas no olviden quién fue Camilo Torres Restrepo y quienes no saben nada de él, en verdad se lean el libro y reciban el mensaje que él quiso dejar de “El amor eficaz”.
*Periodista. Editora de Papel Salmón.
Anécdotas
En el proceso de la escritura de la biografía del cura Camilo Torres Restrepo, Walter J. Broderick puede contar muchas anécdotas. Entre ellas, que la hermana media del 'cura guerrillero' Gerda Westendorp le mostró una página de su diario donde ella escribió en alemán el día que nació Camilo, febrero 3 de 1929. “Es un croquis que dibujó de la casa en el centro, donde vivían, con la descripción de donde era la pieza de su mamá y relata cómo ella oyó al médico entrar a atender a su mamá la noche anterior al nacimiento. Lo tenía escrito del día mismo lo que me dio la posibilidad de contar eso como si estuviera pasando en el momento en que lo escribí”, dice el biógrafo.
Otra anécdota fue la entrevista con el cardenal Concha, quien le dio la opción a Camilo de la sotana o la revolución, no las dos cosas. “Camilo optó por la revolución y abandonó el sacerdocio con mucho dolor. Cuando estaba haciendo la investigación, el cardenal ya estaba en retiro y fui a visitarlo, no le dije que iba a hablar de Camilo, sino que quería conversar sobre su papel como cardenal en la iglesia. Me había enterado de cómo fue la vida de él como hijo de presidente godo siendo un hombre muy liberal en tiempos de los gobiernos liberales de los años 30 y era secretario del arzobispo Perdomo, también liberal. Hablé con él como un historiador eclesiástico y estaba fascinado de que yo entendiera su papel en la iglesia y por qué sufrió el ostracismo de ser arzobispo de Manizales cuando podría haber sido cardenal arzobispo de Bogotá en el gobierno de Alberto Lleras. Él llego a la capital de la República ya cuando era viejo y en esa época fue cuando tuvo contacto con Camilo. Al llegar el momento de hablar del 'cura guerrillero' ya estaba ablandado, no estaba prevenido”.
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