No quiere ser profesora de niños, aún así le gusten los niños. Tampoco le llama la atención el participar en recreaciones, aunque apoye todas las actividades de este tipo. Menos le complace dibujar, sin embargo, le encantan los trazos y las pinturas.
"¿Quién es?", se debe preguntar usted como lector. Pues bien, es una adolescente común y corriente. Se llama Estefanía Piedrahíta Montoya, tiene 17 años y cursa décimo en el colegio Anglo Francés de Manizales. "¿Y...?", debe seguir usted cuestionándose... pero no se desespere, que la historia de la chica continúa.
Desde marzo esta adolescente debe cumplir con el servicio social del estudiantado que exige el Ministerio de Educación Nacional para graduarse. Del mosaico de opciones que le presentó la institución educativa, ella escogió la ser asistente de un docente.
Le fascina estar rodeada de niños, algarabía y juguetes, tanto, que se atrevió a optar por el Liceo Santamaría, en Chipre, para cumplir con su labor social. "Es como un contraste de lo que me gusta y no me gusta", relata. Allí trabaja con los más peques: "les hablo clarito, les cuento la importancia de los valores y les doy mucho amor. Colaboro en todo lo que necesite la profes Beatriz".
Para Estefa la clave de su quehacer, el cual cumple todos los viernes durante unas tres horas, es tener entereza, y eso, es lo que precisamente hoy más admira de sus maestros. "Es complicada esa labor. Uno hace el servicio social, porque es obligatorio, pero me dí cuenta de que tengo 'madera'. Me encontré con que más allá de eso está la experiencia, el ponerse en los pies de los otros y la satisfacción personal. Hay que vivir esto para entender a los maestros", dice la joven. En octubre cumpliría las 80 horas que demanda el Ministerio como requisito, y en es este punto cuando no descarta seguir ayudando a otros por pura pasión.
¿Y usted qué piensa del servicio social?
Fernando Gaviria, coordinador disciplinario del Instituto Integrado La Sultana, explicó que el centro educativo tiene vigentes convenios con algunas entidades de la ciudad con el objetivo de atender diferentes frentes sociales.
"Le damos a los jóvenes la opción del servicio a la comunidad, apoyo a las campañas del uso racional del tiempo libre, acompañamiento a personas discapacitadas, asistencia a talleres de prensa, organización de archivos, manejo de la biblioteca institucional y educación ambiental. El servicio social no se debe mirar como una explotación laboral o algo parecido. Por el contrario, es una oportunidad para que los jóvenes se sensibilicen, para que vean que son útiles y para que entiendan que hacen parte de las soluciones", indicó el funcionario.
María Alejandra Trejos, de la Institución Educativa San Agustín, por el contrario, piensa que este requisito de grado no sirve para nada. Actualmente busca un lugar para cumplir con la obligación, pues se retiró del puesto de salud donde lo adelantaba porque no llenó sus expectativas.
"Ahora me toca buscar dónde hacerlo. En realidad no le veo utilidad", sostiene.
Por su parte, la rectora del colegio Santa Luisa de Marillac (Villamaría), sor Cristina Trejos, aseguró que el servicio social es pertinente. "Es un momento para que los estudiantes se encuentren con otros ambientes, adquieran responsabilidades, se perfilen, se conozcan y se pongan a prueba. Nosotros evaluamos el proceso, además de las horas deben cumplir con los objetivos propuestos", afirmó la superiora.
Cuestión de gustos
El psicólogo Eduardo Henao subrayó que los gustos de cada persona son diferentes. "No existen dos caracteres iguales, así que es difícil pretender que lo ofertado por el servicio social le guste a todo el mundo. Hay a quienes les llama la atención lo social, hay otros que no, por lo que los primeros aprovecharán mucho más este espacio y estarán motivados para cumplir con la obligación. Es normal que unos muestren desinterés", advirtió el profesional.
Luis Alejandro Paiva, del colegio San Jorge, por ejemplo, está tan contento como Estefanía. Él hace parte del servicio social Buenos Vecinos. Desde su comité Cuidado de lo público le cuenta a los habitantes de la comuna La Estación la importancia de recoger los excrementos de las mascotas, de botar la basura en las canecas, comprender las señales de tránsito y podar los prados. "Mi tarea es enseñarle a los demás a cuidar nuestro entorno. Es una labor súper", concluyó.
Labor obligatoria
"El servicio social del estudiantado es de carácter obligatorio. Los jóvenes pueden hacerlos en décimo u once, o dividir las 80 horas entre los dos grados. En cada institución debe haber un docente encargado de gestionar convenios, realizar programas y ofrecer estos a los muchachos. El servicio social debe estar articulado al Proyecto Institucional (PI) de cada institución. La Secretaría de Educación ofrece apoyo a los centros educativos que lo requieren y vigilar que el servicio social se cumpla".
María Aracelly López, secretaría de educación de Manizales.
Foto | Darío A. Cardona | LA PATRIA
Dentro de sus funciones, Luis Alejandro Paiva explica al que lo requiera lo qué significan las señales de tránsito.
Redacción: Isabel Vallejo Jiménez | Autoedición: Carlos Alberto García | Diagramación:
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