LA PATRIA | MANIZALES
La tranquilidad conjugaba con la tristeza de la familia de James Taba Franco, de 26 años, a quien asesinó un sicario el pasado 16 de septiembre, en Riosucio. Ellos se vieron de frente ayer con los presuntos homicidas del joven, en el edificio de la Judicatura, en Manizales.
El muchacho no se metía con nadie, no le conocían enemigos, todos lo querían en su pueblo. De hecho, a su corta edad ya era empresario y la mano derecha de su madre en una fábrica de vestidos de baño.
El relato
Hacia la 1:45 de la tarde, James permanecía con su novia en el negocio cuando un sujeto se acercó y le preguntó por los precios de los vestidos, pero más tardó él en responder, que su verdugo en sacar el arma de fuego y dispararle en la cabeza.
Luego persiguió a la joven y le hizo dos tiros. Una bala quedó alojada en el brazo de ella y la otra le rozó la espalda. Antes de que pudiera seguir atacando, un trabajador le lanzó una silla. El asesino salió corriendo y a una cuadra lo recogió otro hombre en una moto.
Pero los videos del crimen empezaron a rodar por redes sociales y dos horas después los mismos riosuceños detuvieron a los sujetos cuando intentaban escapar en un bus y los entregaron a la Policía. Sin embargo, como no los capturaron en flagrancia, quedaron en libertad.
La investigación quedó a cargo de integrantes del CTI de la Fiscalía en Caldas. Tres meses después las pesquisas arrojaron resultados y capturaron el martes pasado, en la Avenida Paralela, de Manizales, al sujeto que presuntamente accionó el revólver.
En la noche, los funcionarios dieron con el paradero del supuesto autor intelectual del ataque, un subintendente de la Policía. Lo buscaron en Antioquia, en donde laboraba, pero no lo encontraron, hasta que obtuvieron información de que permanecía en Manizales, pasando una incapacidad.
A los investigadores les advirtieron que su objetivo era peligroso, que debían usar chalecos antibalas y portar sus armas de dotación. En el sector del Cable lo detuvieron y en una requisa le encontraron un revólver con las marcas borradas y sin permiso de porte.
Historia de atropellos
Según el relato de la Fiscalía, la joven que resultó herida en el atentado fue pareja del subintendente durante cinco años. En ese tiempo sufrió humillaciones y maltrato físico. No siendo suficiente, amenazaba con asesinarlos a ella y a su familia, si lo abandonaba.
En una ocasión la mantuvo encerrada durante cinco días en un apartamento en Chinchiná y hasta la obligó a abortar. Cuando la joven terminó la relación, el uniformado la siguió acosando, la hizo caer de una moto y le mandaba flores en señal de luto.
El ente acusador reveló que este sujeto cuenta con antecedentes por violencia intrafamiliar, pues agredió a una hermana. Mientras prestó sus servicios en Aranzazu irrespetó al comandante de Policía y luego les dijo a un compañero: no me den un arma que ya maté a dos y no se me da nada asesinar a dos policías.
A ambos les imputaron cargos por homicidio agravado, intento de homicidio agravado y porte ilegal de armas de fuego. Al supuesto determinador, el uniformado, le añadieron el delito de intento de feminicio agravado. No aceptaron cargos, pero los mandaron para la cárcel. La defensa del uniformado solicitó que lo declaren inimputable (con problemas mentales).
La amenaza sin investigar
La fiscal expuso que la víctima y su novia denunciaron ante la Fiscalía e Inspección de Policía de Riosucio por las supuestas amenazas que recibieron del subintendente, pero estas cayeron en oídos sordos.
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