La eterna sonrisa policial que falleció en un accidente tránsito

LA PATRIA | MANIZALES

“Si me caigo de la moto, no importa. Si se daña, lo que haré será levantarme”. Esas palabras, dichas en alguna ocasión por el patrullero Jhónatan Andrés Sáenz Rojas a una de sus compañeras del CAI del barrio La Enea, presagiaban otro tipo de levantamiento.

El sábado lo único que levantó fue su alma, cuando dejó de existir a las 8:15 de la mañana, producto de un accidente de tránsito.

Sáenz no llegó a su turno de las 7:00 de la mañana. Eran las 6:15 de la mañana, cuando bajaba por la carrera 12 en su moto Pulsar 135 roja, hacía el Parque de Liborio. Al ver que se iba a estrellar contra el bus de servicios especiales de la empresa Cotransanserma, que en ese momento cruzaba por la esquina de la calle 20, el patrullero se lanzó y cayó contra el pavimento de la esquina del parque.

Aunque estaba consciente, los traumas en su pecho y abdomen, desataron una hemorragia interna que le impidieron levantarse, como le había prometido a su compañera.

Incertidumbre

Los mecánicos, quienes apenas abrían sus negocios, y un patrullero del CAI del Liborio, intentaron auxiliarlo, pero al verse impotentes, llamaron a una ambulancia. La moto del uniformado quedó estripada bajo las llantas traseras del bus.

Sáenz llegó vivo a la Clínica La Presentación. Afuera del centro asistencial, unos diez uniformados, entre y hombres y mujeres, daban la impresión de estar custodiando a un personaje importante. Pero solo esperaban noticias de su compañero.

A las 8:15 de la mañana se enteraron de que el patrullero líder, sonriente y promotor de programas deportivos para los niños de La Enea, había exhalado sus últimos suspiros.

Imprudencia

La hipótesis que manejan las autoridades del accidente es que el conductor del bus no respetó el pare. Sin embargo, testigos afirmaron que el patrullero iba muy rápido, lo que le impidió frenar a tiempo, más aún con la calle mojada.

“Desafortunadamente tuvimos un accidente que enluta a la Policía a la Policía Metropolitana de Manizales”, expresó el coronel Mario Fernando, comandante de esa institución.

Él acompañó en su dolor a la madre del occiso, quien llegó proveniente de Tuluá (Valle del Cauca) para llevarse el cuerpo de su hijo a su ciudad natal.

Todero

La familia de Jhónatan Andrés Sáenz Rojas en Manizales eran sus compañeros del CAI de La Enea. Por eso, cuando por radio teléfono se enteraron de su muerte, sintieron un gran vacío, quizás el mismo que María Lucelly Naranjo, dueña Hamburguesas Don Pipe, el negocio que más frecuentaba el patrullero Sáenz.

Allí se escampó y comió en la helada noche del viernes. Allí lo vieron con un enorme apetito y muy contento. “Aquí se sentía como en familia e hicimos empatía porque tengo un hijo en la Policía de Bogotá. Al conocer la noticia, casi me desmayo y pensé en mi hijo”, contó Naranjo.

En la tarde del sábado sus compañeros policías gestionaban una misa en la parroquia del barrio para pedir por el eterno descanso de ese joven diligente, rápido en sus labores, ese que les pintó el CAI en diciembre. El mismo que cacharreando arreglaba los aparatos que fallaban, el todero. Su legado de humildad y de tenacidad no se borrará de sus memorias.

Destacado

La comunidad del barrio La Enea lo recordará como un hombre amable, extrovertido y respetuoso.

Datos de contexto

22

edad del patrullero Jhónatan Andrés Sáenz Rojas.

2014

año en que se graduó de la Escuela de Carabineros Alejandro Gutiérrez.

1 

año, tiempo que llevaba el policía en el CAI de La Enea.

Anhelo

Sáenz Rojas no pudo cumplir su último deseo en la Policía: que sus vacaciones se las dieran en septiembre para irse a su tierra, a visitar a su familia y, de paso, celebrar su cumpleaños.

El dato

Jhónatan Andrés Sáenz Rojas había pedido el traslado a Tuluá para estar más cerca de su familia, especialmente su madre pero, al parecer, se lo negaron.