Final feliz para Loic y su madre

LA PATRIA | MANIZALES

No tuvo que pasar mucho tiempo para que el belga Loic Bernard encontrara a su madre en Manizales desde que dio a conocer su historia. Fueron 32 años alejado de ella, pero la colaboración de la gente hizo posible su reencuentro en Manizales. El viernes pasado, ante las cámaras de LPTV, mostró su intención de conocerla.

Luego, la noticia de su búsqueda se publicó el domingo en LA PATRIA, Q'HUBO y en LAPATRIA.COM. Aproximadamente a las 10:00 de la mañana sonó el teléfono en el periódico y al otro lado de la línea estaba Claudia Muñoz, quien navegando en su celular se interesó por la historia, se le hizo familiar.

Ella narró que su madre tenía una amiga que perdió a su hijo de dos meses de nacido en 1983, con los mismos nombres de la mujer a la que buscaba Loic. Se fueron hasta un barrio de la Comuna San José y le contaron a la señora que su hijo la quería ver.

Luego contactaron a Loic y programaron su reencuentro en un centro comercial de Manizales. Cuando se vieron se abrazaron, lloraron y no se quisieron soltar. No hubo tiempo para reproches, solo para alegrarse y pensar en recuperar el tiempo perdido.

Los acompañó el padre adoptivo del ciudadano belga y ambos sintieron que juntos se quitaron un peso de encima, que cargaron por 32 años. A su madre biológica la engañaron personas inescrupulosas cuando él nació.

José Norbey

A sus 15 años, Loic Bernard acudió a un juez para recuperar el nombre de nacimiento, pues quería seguir sintiéndose colombiano, pero era muy joven para hacerlo. Tras conocer a su madre, la intención de volverse a llamar José Norbey Arango Ospina tomó fuerza.

Hacia sus padres de adopción no le quedan sino palabras de agradecimiento y de cariño por lo que han hecho por él. Al finalizar este mes regresará a Bélgica, pero aseguró que ahora tiene más motivos para volver. Además, quiere que su madre conozca Europa.

Agradecimiento

José Norbey aprovechó para agradecer a todas las personas que pusieron su grano de arena para volver a ver a su madre. A su amiga Anne Sophie Patureau, que le sirvió de traductora. También a Juan Pablo Muñoz, a Claudia, a esta Casa Editorial y a todos aquellos que lo recibieron y lo guiaron en Manizales para poder tener un final feliz.