LA PATRIA | MANIZALES
Un habitante de calle y consumidor de estupefacientes hurtó dos campanas de una iglesia de Manizales. La reacción de la policía permitió recuperarlas y capturar al ladrón.
Al tiempo, los uniformados dejaron al descubierto la cadena de ilegalidad que se da en torno a la venta de vicio en la Galería. Intervienen varios sujetos y negocios informales o de bajo costo.
El caso sucedió la semana pasada. Uniformados de una patrulla cercana recibieron información acerca de el delito que se cometió en el templo católico. De inmediato hicieron un seguimiento.
El coronel Raúl Vera, comandante de la Policía Metropolitana explicó que el consumidor, luego de hurtar las campañas, se dirigió a unas residencias de bajo costo, en donde se encontró con un expendedor de estupefacientes.
Cambio de manos
El coronel Vera indicó que el jíbaro le recibió las campanas al consumidor y a cambio le proporcionó estupefacientes. Se recuerda que una forma de operar de los expendedores es recibir objetos de valor a cambio de dosis para los adictos.
Posteriormente, en este caso, el vendedor de droga fue a una chatarrería, en donde vendió los elementos robados y de esa manera pudo obtener más ganancia por la droga.
La policía aplicó en este caso varios procedimientos. Capturó a los sujetos, por hurto y estupefacientes y selló los lugares que sirvieron de escenarios para cometer los ilícitos.
El coronel Vera llamó la atención sobre la cadena de personas y establecimientos que conforman un entramado en el que se debe intervenir de forma integral el delito, con acciones que impliquen revisión de uso de suelos, entre otras.
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