LA PATRIA | MANIZALES
En La Resurrección, 48 restos humanos esperan por sus seres queridos. Así se le denomina a un lote, perteneciente a la Unidad Básica de Medicina Legal (ML) Supía, situado en un pedazo del cementerio El Carmen, de Riosucio.
Es una zona verde dispuesta solo para Cádaveres No Idenficados (CNI). Bajo tierra hay, desde 1997, partes de personas de Quinchía (Risaralda), Supía, Marmato, Riosucio, de quienes se desconoce su nombre, edad, oficio e, incluso, sexo.
Las huellas de la violencia con la que murieron o el estado en que los devolvió la naturaleza no permitió identificarlos, ni conocer sus datos más básicos. Unos fueron hallados descompuestos en el río Cauca, a su paso por esta zona de Caldas.
Otros, que ingresaron a estas fosas entre 2003 y 2005, serían víctimas de enfrentamientos entre insurgentes y fuerza pública. Allí pueden estar varios menores de edad, reclutados en época de violencia por grupos armados y quienes perecieron en esos encuentros.
Se cree que hay restos de adolescentes desde los 13 años, en proceso de identificación, y con familia aguardando por sus restos.
En Caldas
Esta incertidumbre se repite en muchos rincones de Caldas. LA PATRIA, hace dos años, registró que en el departamento había 643 CNI. Hoy, según ML, esta cifra subió a 771 (ver infográfico). Es decir, 128 más, lo que daría 64 por año.
A la par, en Caldas se han reportado 1.246 desapariciones desde 2016 y hasta la fecha, según ML.
Carolina López, directora del Centro de Estudios sobre Conflicto, Violencia y Convivencia Social de la Universidad de Caldas, comentó que puede existir conexidad entre esos cuerpos sin identificar y los desaparecidos.
“Al llegar a la morgue puede que hayan sido exhumados de fosas, de cementerios y que están pendientes de ser identificados. El trabajo de búsqueda de desaparecidos en Caldas es arduo”.
Hay cuerpos en esa situación, que reposan en el cementerio San Esteban de Manizales, incluso, desde hace 40 años.
ML tiene entre sus responsabilidades la identificación de cerca de 200 mil cadáveres que se encuentran en los cementerios del país.
De vuelta a La Resurrección
Los muertos de La Resurrección, en Riosucio, tienen sus propios dolientes-no dolientes. Las personas que día de por medio visitan a sus seres queridos aprovechan para regalarles una oración a estos CNI. Algunos les llevan flores y en una ocasión una joven pidió permiso para ubicar de a rosa al lado de cada una de las 48 lápidas, donde solo se lee la fecha de hallazgo del cadáver y un código que permite identificar la tumba, en caso de obtener datos sobre la persona que está ahí bajo tierra.
El sepulturero y el asistente de Medicina Legal en Supía también hacen lo suyo y de su bolsillo sacan dinero para cortar el pasto del predio y pintar el cementerio cuando se necesita.
Cuando los cuerpos lo permiten, se toman fotografías de filiación. Es decir, de la cara, en la que se enmarcan los límites del rostro. Además, imágenes de la ropa o de señales particulares como tatuajes, cicatrices, material de osteosíntesis, entre otros.
Sin embargo, algunos se dilatan en el agua, estallan y si tienen cicatrices y/o lunares se disuelven con la piel, sin dejar pistas. Además, los dientes se pierden con los golpes contra las piedras de los ríos. Pese a eso, no se pierde la esperanza de encontrar a los dolientes de estas 771 personas.
La identificación
*La identificación es de los objetivos más importantes, pero se va dificultando por el estado de los cuerpos que ingresan a las sedes de Medicina Legal.
*En muchos casos llegan esqueletizados o en avanzado estado de descomposición, por lo que es muy difícil tomar huellas para, por dactiloscopia, cruzar la información con la suministrada por la
Registraduría Nacional del Estado Civil.
*Otra forma de identificar los cuerpos en estas condiciones es por medio de la carta dental. Es decir, un examen con la descripción de cada pieza dental para compararla con las historias clínicas que estas personas tuvieron en vida.
*Por último está la prueba de ADN, pero para este proceso se debe contar con las muestras de los familiares, para cotejarlas y así establecer una coincidencia en los cromosomas y alelos.
¿Cómo indago?
1. Instaure la denuncia por desaparición para que las autoridades inicien con el proceso de búsqueda y cruce de información interinstitucional para establecer presuntos candidatos.
2. Si es necesario, done una muestra de sangre para realizar los perfiles genéticos y posteriormente cruzarlos con los de las cadáveres que se encuentran en condición de no identificados (CNI).
3. Con el banco de perfiles genéticos que se está implementado, los familiares que tengan algún pariente desaparecido pueden acercarse a cualquiera de las sedes del ML para que se le realice la toma de la muestra de sangre, el posterior cruce y se almacene en el banco de datos genéticos.
Identificado
A principios de este mes, Medicina Legal de Supía identificó por huellas un cuerpo que reposaba en el cementerio de Marmato y contactó a la familia.
A él lo hallaron el 29 de abril de 2009 en el río Cauca, a la altura de La Garrucha de Marmato. Fueron 11 años de incertidumbre para los allegados de Luis Eduardo Pabón Ospina, de 32 años, natural de La Unión (Valle). Salió de su hogar en busca de trabajo como recolector de café en Filandia y Quimbaya (Quindío), el 22 de abril de ese año. En 2014 denunciaron su desaparición, esperanzados en que había partido voluntariamente.
Otro drama
El otro drama es los identificados, pero que no han sido reclamados: unos 69 en Caldas.
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