Había nacido para estudiar y servir, no entendía su existencia sino tratando al ser humano en situación de minusvalidez. Las aulas de la Universidad de Caldas la vieron asistir a las clases de pregrado y posgrado, capacitarse era un requisito para servir mejor. Se hizo enfermera y luego, tras años de experiencia en la profesión, estudió y se graduó en Gerencia del Talento Humano. Se ejercitó como docente de su facultad hasta alcanzar la jubilación.
Miembro de una familia numerosa, los amaba con pasión y cuando su madre cayó enferma le dedicó el tiempo. Sola, sin importar el peso ni las lesiones, descargó sobre sí toda la responsabilidad de sus cuidados. ¡Que sienta al roce de mis manos y con la tensión de mis brazos cuanto la quiero!
Cuando el Hospital Infantil se propuso un salto casi temerario para aprovechar las querencias que despertaba y los avances técnicos-científicos que hervían a su interior: Unidad de quemados, operación sonrisa, alimentación parenteral, clínica del labio y paladar hendido, unidad de hemato-oncología, creó el Departamento de Enfermería al compás de las enfermeras profesionales.
Luz Elena hizo parte del grupo enamorado del manejo de los niños enfermos, con sus compañeras formó el clan de la eficiencia y la amistad, compartieron con inquietud científica su labor constituyendo un apoyo seguro para el personal médico y profesionales de la salud.
Más adelante, como años más tarde en la Clínica Psiquiátrica accedió al cargo de gerente del Talento Humano, donde las cuitas del personal hallaban solución legal y consuelo a sus dificultades individuales. Sus círculos la llamaban Nena, de su rostro emanaba plenitud y de sus ojos almendrados refulgía destellos de serenidad y paz.
El tiempo le alcanzó para todo, incluso para su realización maternal no exenta de dificultades, Susana y Claudio sus hijos fueron la inspiración permanente de su amor filial, el acicate para su constante crecimiento personal. Cuidaba celosamente sus vacaciones y derechos a licencias para acompañar a su esposo por 40 años al médico Osorio, el de los ciclistas nacionales e internacionales.
Perico Delgado, Miguel Indurain, Luis Herrera y Fabio Parra entre otros admiraron a esta colombiana que aguantaba ajetreos, pinchazos y dificultades propias de esas travesuras ciclistas.
Luchó contra la penosa enfermedad que debilitó su existencia, soportó los batacazos terapéuticos y entre los resquicios que le proporcionaban la una y la otra estudió Salud y Seguridad Social en el Trabajo llegando a brillante graduación conyugal. No le dio ocasión a la tristeza ni al desespero, en los momentos de jolgorio con su grupo fue la más festiva y bailadora. ¡No me dejó apabullar!, me dijo un día.
Con los últimos alientos le susurró a su esposo una frase esculpida las fibras más íntimas de su corazón: "Te Amo". A ella podrían aplicarse aquellas palabras del poeta argentino: “Suave como el arroyo soñoliento mansa como la lluvia distraída pura como la rosa florecida y próxima y lejana como el viento”.
Jahir Giraldo González
Exdirector del Hospital Infantil de la Cruz Roja "Rafael Henao Toro".
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