Despedimos de este mundo a nuestro querido hermano Eduardo Rivera Giraldo, nacido en Neira (1935) y educado en sus primeras letras y números por sus padres Ana Giraldo Botero y Luis Rivera Mejía. Egresado del colegio Nuestra Señora de Manizales, muy temprano tornó a la capital en búsqueda de preparación y oteando amplios horizontes. Se educó en Derecho y Economía con los jesuitas, alternando sus estudios con pequeñas colaboraciones de aficionado a la grafología en los periódicos LA PATRIA y La República. El Dr. José Restrepo Restrepo lo escogió como secretario de Fomento de su Gobernación en los años 60 y, al terminar su administración, lo encargó, por un breve período, en el primer cargo del Departamento siendo distinguido por la Cámara Junior como uno de los ejecutivos jóvenes de ese año. También laboró en la recién creada Corporación Financiera de Caldas y más tarde como director Nacional de Aduanas- mientras en el interín y gracias a su sobresaliente manejo del inglés representó al país en la Conferencia Universitaria en Los Ángeles (USA). Radicado en Washington en 1965 se desempeñó durante 4 años como funcionario del Fondo Monetario Internacional, al cabo de los cuales el Dr. Ignacio Copete Lizarralde lo reclutó para que lo acompañara como vicepresidente de la Corporación Financiera Colombiana en donde apoyaban financieramente proyectos de largo alcance - trabajo que convirtió en su especialidad y que luego materializó consecutivamente a partir de 1975 en la Financiera Unión (Caracas) durante 4 años, y de nuevo en Colombia donde los grupos Carvajal, Caicedo Toro y Espinosa Rentería le confiaron en 1979 la creación y desarrollo de Progreso Corporación Financiera. En 1984- antes de cumplir 50 años, con varias propuestas de trabajo para desoír decide retirarse en su finca Los árboles (Ubaque, Cundinamarca) en búsqueda de una expresión de crecimiento interior, propia y sosegada. A partir de entonces y hasta nuestros días disfrutó allí de sus aficiones por los libros, la música y la botánica; conjugó con fruición las formas del buen vivir, de la buena conversación y de la vida en el campo y se desempeñó como espléndido anfitrión. Nos quedan de él muchos recuerdos y enseñanzas, en especial su desprendimiento y su desdén por la acumulación. Gabriel Rivera Giraldo
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