Foto | Cortesía | LA PATRIA
Patricia fue la mujer ejemplar que encontramos en la Biblia: hacendosa, noble, buena, alegre, cariñosa madre y tierna hija y hermana. Su voz de contralto, que siempre sonará entre quienes la escuchamos, se destacó en la Coral Villamaría, agrupación que integró, y que por casi 30 años participó en los actos litúrgicos de las Semana Santa del municipio. Los invito a reflexionar sobre la muerte de Patricia con las palabras contenidas en una célebre oración fúnebre de uno de los oradores franceses del siglo XIX, monseñor Bougaud: "Grande es el error de los que creen que aquellos que la muerte se lleva nos dejan para siempre. No nos dejan. Junto a nosotros permanecen. ¿Dónde están? ¿En la sombra? Ah, no. Nosotros somos los que quedamos en la sombra. Ellos están al lado nuestro, como bajo un velo, más presentes que nunca. No los vemos porque una oscura nube nos rodea, pero ellos sí nos ven. Ellos sí clavan sus ojos llenos de gloria en los nuestros llenos de lágrimas. Grande e inefable consuelo. Los muertos no son seres ausentes. Son seres invisibles. Y yo he pensado muchas veces cuál será el mejor remedio para los que lloran. Y lo he encontrado. Es la fe en esta presencia real, ininterrumpida de nuestros queridos muertos. Es la intuición clara, penetrante, de que con la muerte no se han extinguido, no se han ausentado, no se han alejado. Por el contrario, viven cerca de nosotros. Felices, transfigurados, no han perdido en su gloriosa mudanza, ni la delicadeza del alma, ni la ternura del corazón, ni las preferencias del amor”.
A nombre de su esposo, Mario Gil; de su hija, Angélica Giraldo; de su mamá, Melva Gálvez, de sus hermanos: Martha Inés, María Eugenia, Luz Marina, Carlos Alberto y Rosa Liliana Granada Gálvez, y en el mío propio, agradecemos las voces de pesar, los sentimientos de solidaridad y el acompañamiento en las exequias.
Patricia te llevamos en el recuerdo y en el corazón.
Jorge Mejía Marín