Brillaba el sol hermoso, fulgurante.
Ardiente solo, como una vez lo hay,
Y en ese momento
Grandioso y expectante;
Como una luz divina
Naciste tú, Zulay.
En verano refrescas
Con tu risa.
En invierno calientas
Con tu voz.
En primavera la vida
Nos disipas,
Y en el otoño nos das
Valor y amor.
Brillante entonces el sol
Estará siempre;
Como tú, estrellas,
Porque las hay, las hay,
Y seguirán resplandeciendo
Como ellas, desde el infinito
Guiando tu hogar, con tu amor Zulay.
Y entonces el sol se puso esplendoroso,
Y ese día también llovió maná,
Y el firmamento divino, más hermoso,
Porque llegaste al cielo tú, Mamá.
Te amo y te amare por siempre, tu hijo.
Carlos Alberto Sarmiento Estrada
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