María Lucía, siempre fuiste un angelito en la tierra para todos, cada momento compartido contigo fue una fuente de amor, de paz y sobre todo de alegría gracias a tus carcajadas.
Nos llena de tranquilidad y de satisfacción el hecho de ver cómo una hija puede ser tan amada y protegida. La labor cumplida durante estos años por tus padres, Fernando y Patricia, son una muestra viva de lo que es el amor verdadero.
Gracias por haber estado en nuestras vidas y por mostrarnos el lado bueno del ser humano.
Hasta siempre, primita Ana María, Juliana y Catalina.
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