El cielo se viste de gala, para recibir un ángel Mariano que enfilará los coros de los querubines para alabar a Dios. Hoy el cielo se viste de fiesta, como dice el verso, porque llega la alegría, la canción, a rendir un homenaje al creador. Ella, Esterlina Duque de Arias, entrega su corazón a su amado a quien siempre añoró y adoró. Allá lleva el folclor de su música colombiana, representada en sus hijos y nietos que son la alabanza permanente a Dios. Se va la alegría pero deja la paz, se va la canción pero queda la armonía, se va la oración pero queda su testimonio de amor y solidaridad por los demás. Ya se reunió en el corazón de Dios con sus seres queridos, como el sacerdote Rodrigo, su hijo mayor, también recientemente fallecido. La personalidad de Esterlina estuvo caracterizada por la determinación, la persistencia, tenacidad, la confianza en el futuro, de lo cual dio testimonio hasta su último aliento, le hizo alcanzar lo que se proponía.
Supo leer con absoluta precisión su misión en la vida. Su legado quedó sembrado en la existencia de cada uno de los integrantes de nuestra familia y todos aquellos que de alguna manera fueron tocados por su mano. Alegre, le encantaban la poesía y el canto. Digamos, con el gran poeta samaneño Carlos Botero Herrera: “Es el recuerdo que llevo en lo infinito del alma donde vive mi madre, mi madre fue canción”.
Familia Arias Duque
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