Se nos fue el amigo incomparable, el que no traicionaba, el que siempre respetó a sus semejantes y fue todo un caballero. Jesús era oriundo de Manzanares e integrante de una familia admirada por la sociedad. Su consagración al estudio desde pequeño era un ejemplo. Su pueblo natal le dio las letras elementales y en Manizales, en la Universidad de Caldas, se graduó de abogado. Su humildad y sencillez le adornaron esa prudencia y respeto que siempre lo acompañaron. Virtudes que fueron lo mejor de su vida. Pronto se vinculó a la rama judicial como juez donde se ganó el aprecio y la admiración de sus compañeros. La ejecución de sus deberes y obligaciones fue el ascendiente que lo acompañó como profesional íntegro. Formó un hogar con Olga Ramírez con quien tuvo dos hijos, Andrés y Valentina. Apreciado doctor Jesús, amigo que me distinguió desde que nos conocimos hasta la muerte, nuestras conversaciones fueron un diálogo de aprecio y admiración que nunca olvidaré. Gracias por esa deferencia que siempre me enorgullecerá. El respeto y la educación son propias del alma noble. Apreciada Olguita, el vacío que los acompaña solo se llenará con la posteridad que engendraste de ese hombre íntegro. Para sus hijos queda una tarea: si hoy las lágrimas y el dolor los acompañan, mañana la satisfacción y el orgullo de ese padre se verán reflejados en ustedes.
Ernesto Quintero Gil
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